Empezó como una broma y se ha convertido en uno de los fenómenos de la temporada. De la gracia del malentendido por pedirle a Obama hacer surf a descubrir lo tremendamente buena canción que era «Let’s Go Surfing» había solo unas cuantas reproducciones. Y si el tema era capaz de fusionar con esa gracia los trillados ritmos post-punk con las melodías y los coros surferos la cosa no era para tanta risa después de todo. Oscuridad y luminosidad, todo en uno.
Así comenzamos a oír hablar de The Drums y sí, es posible que jamás superen dicho hit pero otros singles nos han dado muestras de que esta joven banda neoyorkina por mucho que cruce referentes más y menos reputados (del sector indie al comercial) no se quedan en el hype ni en el one hit wonder. «Best Friend» es más que correcta y llevadera, con unas letras bastante peculiares («you’re my best friend and then you died» cantan a ritmo alegre). Pero «Forever and Ever Amen» es otro pelotazo digno de estudio, con mucho de la depresión urgente de Joy Division y ese toque más pop ochentero hacia la nueva ola que la banda también cultiva.
Y es que el pop indie vive momentos soporíferos, las copias del post-punk son ya más aburridas que un disco de remixes de Coldplay y The Drums son la frescura personificada. Los sintetizadores de «Me and the Moon», los coros de «Book of Stories», casi una versión más feliz de la citada «Forever…», entre los Smiths y Beach Boys, los ecos incluso de My Bloody Valentine en la hiperfeliz «Skippin’ Town», de The Cure en «It Will All End In Tears» o el efectivo pop ochentero de «I’ll Never Drop My Sword» demuestran a una banda de pop ciertamente versátil.
A veces incluso sobrepasan la barrera de los 60 y se entregan a los aires retro de la romántica «Down By the Water», sin duda un soplo a contracorriente dentro de sus propias brisas costeras. También tienen números de relleno como la insustancial «I Need Fun In My Life», pero es prácticamente una isla en el meloso océano de los estadounidenses. Han intentado quitarse un poco el estigma de fenómeno estival con este disco largo, pero antes de que acabe el verano, es necesario escuchar a The Drums. Si lo haces más tarde tampoco te preocupes porque su música transporta toda esa melancolía y nostalgia que nos entra durante todo el año por la estación del sol.