Dope Body llevan desde 2008 en esto y desde «Nupping» (2011) posicionados como una de las más fiables promesas del noise-rock. No tuvieron problema en mezclar desde un primer momento noise-rock con cadencias funk-rock dejando al oyente perplejo. Uno de sus temas de aquel primer largo se llamaba no en vano «The Shape of Grunge to Come». Y así, entre la broma y lo serio, Dope Body han llegado a su tercer disco, «Lifer», uno que podría pertenecer a esos agitados últimos 80 y primeros 90, post-hardcore con mayúsculas que tiene todo lo que podemos pedirle al género. Bandas como Drive Like Jehu, Fugazi y Melvins planean por el inconformista rock alternativo con extra de ruido que el cuarteto de Baltimore propone.
La estrepitosa intro ya nos deja ver que siguen estando referentes como Lightning Bolt, pero esta vez todo va a jugar en favor de una épica punk que nos va a llevar al curioso single. «Repo Man» es un ejercicio de calma-tormenta que sin embargo no deja de ser a su vez más material de inmersión para afrontar después temas con un potencial melódico inédito en la formación. Sin ir más lejos «Hired Gun» que mezcla math-rock con riffs copiados al «Street Fighting Man» de los Rolling Stones, un estribillo de punk-rock y puño en alto y momentos de psicodelia calmada que recuerdan a los Trail of Dead de los inicios.
Será quizá en «AOL» cuando con más fervor invoquen el espíritu del punk de Washington DC y su urgencia, mientras que «Echo» es la podredumbre de Seattle antes de que su escena viera la luz comercial. En ambas, como en casi todas las citadas la fórmula de la banda es tan similar como diferente. Y es que el cambio de dinámicas ruido-calma marca todo el disco, pero sin embargo las composiciones son lo suficientemente complejas, intrincadamente interpretadas y extrañamente adornadas como para que nada resulte obvio. Y esto es así incluso cuando hacen su particular hit-single, «Rare Air». Un estribillo incendiario, unas voces más limpias y poderosas catarsis instrumentales para lo que esta vez sí, es la forma del rock alternativo del presente.
Pero «Lifer» no es un ejercicio de género, porque si algo define a los iconos a los que se acercan es su imprevisibilidad y la capacidad de aunar muchas músicas en una sólida mezcla. Por ello no es raro encontrar ecos de post-punk en «Day by Day», punk and roll en «Toy», kraut en «Even in the End» o riffs setenteros en «Nu Sensation». Dope Body son inconcretos e imprevisibles y esta cierta apertura a las melodías, especialmente las vocales donde antes casi todo era ladrido y grito no sabemos a donde les llevará en el futuro. De momento lo que hay merece mucho la pena.
«Lifer» es una obra que conecta la oscuridad de Soundgarden, la rítmica pasional de Fugazi, el hardcore ruidoso de Drive Like Jehu y el noise-punk arrastrado de The Jesus Lizard y lo envuelve todo con un manto de melodía y psicodelia para conseguir ese extremo equilibrio entre el underground y las posibilidades comerciales. O sea, justo lo mismo que esos grandes discos de hace 3 décadas, pero hoy en día y sin sensación de apelar a la nostalgia.