A pesar de militar en Matapadre, poco o nada tienen que ver Colectivo Oruga con los devaneos hardcore de Unicornibot, el math progresivo de Lendrone o el rock incendiario de Disco Las Palmeras!. De hecho la música del trío gallego/asturiano lo que hace es incitar al baile mediante el uso inteligente de las máquinas, con vistas tanto en los clásicos de los ochenta como en el panorama más actual.
En “Paraíso Caníbal”, su segundo disco, queda palpable su capacidad para crear buenas melodías electrónicas, que oscilan entre varios momentos puramente hedonistas y una frialdad más propia del post-punk. Por esta dualidad, pueden recordar a figuras actuales del estilo como Cut Copy, Hot Chip o los Cold Cave menos siniestros; bandas internacionales a los que pueden mirar cara a cara en muchos de los temas del disco, ahora que, paradójicamente, han abandonado el inglés por un más natural castellano.
Así, “Sálgamos corriendo” o “Arrastrándolo más” dejan claras sus intenciones más festivas: temas pegadizos de pop bailable, hits en potencia diría, que ninguno de los grupos anteriores desdeñarían, basados en un buen juego entre lo digital y las guitarras que puede funcionar perfectamente en cualquier pista de baile.
Pero el tono lo marca esa colisión entre ritmos electrónicos y oscuridad que decíamos. “Explotad sin mí”, gélido tema cargado de tensión, quizá el mejor del lote, es un ejemplo del mejor after-punk que pueda practicarse en la actualidad, que se sitúa en coordenadas similares a las de bandas como Nudozurdo. “Huesos” o “No acabamos” además añaden un componente maquinal, quizá hasta amenazante, que contrasta con los temas más luminosos.
Esta capacidad de variación dentro de su estilo coloca a Colectivo Oruga en una posición aventajada dentro del synth-pop nacional, lastrado a veces por un exceso de ligereza y frivolidad que sólo empaña y menosprecia a un género que sigue ofreciendo múltiples posibilidades, como bien podemos oír en este “Paraíso Caníbal”.