El tiempo pasa y los estandartes de la innovación musical en la pasada década tienen que renovarse a modo de ironía del destino. Lo rompedor en un determinado momento queda enseguida asentado y superado. Tras el reciente recopilatorio, los hermanos químicos Ed Simons y Tom Rowland intentan arrancar de nuevo la batidora de ritmos con este Push The Button, de resultados dispares. Un regreso del dúo que se acomete con más punch que en Come With Us, pero sin llegar al rupturismo de Exit Planet Dust, el impacto de Dig Your Own Hole o la sofisticación pop de Surrender.
Según comienza Galvanize con su majestuoso inicio en clave arábiga nos recuerda a «Come With Us», prometedor comienzo de su anterior disco que se desvanecía más tarde en uno de los discos más anodinos de la pareja, aunque fusionada con retazos de la robótica «Music: Response». Aquí tenemos a Q-Tip de A Tribe Called Quest (rapero que ha colaborado recientemente en el fallido Around The Sun de REM) y el tema queda resultón pero un poco soso por momentos. ¿Demasiado largo para lo que ofrece? Puede ser, algo parecido hemos observado en los últimos Prodigy, pero al menos no peca de la ausencia de gancho que tenía «Star Guitar».
The Boxer, con Tim Burgess, es un acercamiento al pop de los Charlatans y su soul psicodélico. A esta le sigue la contundente Believe en la que la voz la pone Kele Okereke, cantante de Bloc Party, excéntrica nueva banda de indie-rock/post-punk británica. Sin duda el mejor tema del disco, dance-rock pegajoso ideal para engrosar el tracklist de sus machacones directos. Este no se hace largo a pesar de sus siete minutos. Hold Tight London parece otro acierto, Anna-Lynne Williams arrastrando su sedosa voz en plan Beth Orton sobre un marasmo de percusiones tribales y otros efectos envolventes. No sé que coño puede tener que ver este sonido con la capital británica, pero bueno.
Come Inside es un track de electrónica trepidante que sería más interesante si no sintiésemos que básicamente ya lo han hecho probablemente un par de veces. The Big Jump, compuesta de retazos de riffs en un alarde de inspiración electroclash resulta reconfortante por el sentimiento rock que destila (a esto se llamó big beat), aunque salen a relucir algunos tics que de nuevo, suenan sobados por ellos mismos. Lo que no esperábamos era una canción como Left Right. Aquí Anwar Superstar (hermano de Mos Def) nos lee el panfleto anti-ocupación iraquí planteándonos la nula diferencia entre Bush y Sadam. Por lo demás, a pesar de resultar demasiado evidente, la conjunción de hippismo electrónico y hip-hop no queda mal.
El final lo marca Marvo Ging cogiendo elementos del bhangra que vuelve a globalizar los sonidos orientales en plan fiesta hindú-trónica con vacas sagradas y dioses elefante flotando en el ambiente… que hay que escuchar predispuesto para no acabar hasta los huevos de tanto chakra. Y más rollo épico-espacial nos trae Surface To Air, un cierre del disco en plan viaje a través del túnel del ácido por el que inevitablemente la música de Chemical Brothers nos quiere llevar desde que firmaran aquel humeante Exit Planet Dust.
La conclusión viene a ser que la banda no ha perdido el rumbo, aunque tampoco parecen tener una meta determinada. En ocasiones divagan y retroceden. Dicho todo esto, Push the Button es uno de sus discos más dispersos, con menos conexión entre canciones y que menos le encaja al oyente como conjunto. Por ello, aunque a veces parece estar más cerca del ácido y caleidoscópico Surrender, no consigue ese sentimiento unitario de enganche de canciones que no nos dejaba plantearnos de donde venían los nuevos ritmos. Siguen teniendo un voto de confianza por ser, aún con todo, los dinosaurios de la electrónica que mejor aguantan el paso del tiempo.