En un mundo como el del rock alternativo en que casi todo está inventado hace décadas, encontrar un punto diferencial es cosa de medir bien los ingredientes (influencias) y conseguir darle al todo una gracia especial. Quizá la personalidad de Big Ups esté aún en camino de fraguarse, pero en su segundo largo golpean con gancho, se acercan al noise-rock y demuestran un espectacular dominio de las dinámicas calma-tormenta.
Con una contundencia y un ladrido que recuerdan a METZ, Big Ups dibujan en «Before a Million Universes» un mapa de influencias 80-90’s donde efectivamente también caben los Nirvana más cafres pero consiguen combinar con acierto el rastro del post-punk al sludge de The Jesus Lizard, con el brío rítmico de Fugazi. Esa componente arty del posthardcore de Washington DC y sus derivados está muy presente tanto en las aproximaciones al math-rock y slowcore de los ambientes instrumentales como en los recitados de su vocalista Joe Galarraga.
«Before a Million Universes» es un torbellino de mala hostia a veces contenida y otras exorcizada con rabia pero siempre con preciso control y bien direccionada. Sus ataques son explícitos («Capitalized») o de paciencia matemática («Meet Where We Are») y en el camino de ambos extremos tenemos experimentaciones noise («Knight»), puros hits de punk-grunge («Contain Myself») y momentos de intensa reflexión («Posture») contrarrestados con vacaciones de hardcore más explícito («Hope for Someone»).
Consiguiendo que todo ello suene fresco y contundente en 2016 a la vez que propio y coherente en forma de disco, Big Ups merecen ya un hueco de honor en la actualidad post-hardcore entre bandas dispares pero sin duda afines, como METZ, Ought y Dope Body.