¿Qué ocurre con esta fiebre de los discos dobles? Es como si en esta época en que cada vez escuchamos música más superficialmente se quisiera demostrar lo realmente valioso que es un grupo dándonos ración de más. El problema es ir de sobrado con resultados bastante justos. Lo paradójico es que Biffy Clyro probablemente encuentren su cima de popularidad con este «Opposites». Una jugada maestra del marketing culminar el meteórico ascenso iniciado con «Puzzle» y «Only Revolutions» con su disco más autocomplaciente y para todos los públicos. Enhorabuena, Biffy Clyro ya son estrellas del pop, es hora de buscar creatividad en otra parte.
Vale, puede que exageremos. Lo cierto es que nos cuesta hablar mal de las canciones de este doble lanzamiento como unidades. De hecho, las composiciones, no por manidas dejan de alcanzar momentos brillantes. Pero la mayoría parecen intentos de alcanzar ese clímax dulce de la power-ballad o el medio tiempo palpitante y épico que tan bien clavaron en «Mountains» o «The Captain», sólo que con menos personalidad. Ese continuo buscar la grandiosidad en cada estribillo, cada coro, cada riff melódico, cada arreglo, satura y arruina el equilibrio que en su anterior entrega aún tenían con esa urgencia cruda tan de trío.
«Opposites» no es precisamente un título premonitorio de dos partes antagónicas. De hecho, el trío escocés firma su colección más homogénea de canciones. La sensación es sobre todo agridulce en temas buenos pero más propios de unos Snow Patrol como la misma «Opposite». Sí hay que reconocer no obstante mayor riesgo en el segundo disco, como temas distintivos como «Victory Over The Sun» y sus aires de baile o la canción más atemporal del álbum, la soleada «Pocket», que podría ser perfectamente una visión del pop por The Gaslight Anthem, quedando el pop-punk de «Woo Woo» también en buena posición. Y por ende, también hay que reconocerle mayor variedad, añadiendo leves aires soul a «Trumped or Tap» o fronterizas trompetas a «Spanish Radio».
Pero la garra falta, la rabia queda huérfana y los momentos que remiten a esa explosión que fueron un día se relegan a un puñado de canciones como la divertida «A Girl and His Cat» y la fiesta de riffs de «Little Hospitals» o «Modern Magic Formula». Por el camino nos queda mucho rock de pompa y pop de terciopelo, mucho estribillo digno de banda sonora de Anatomía de Grey o Crepúsculo.
Y con todas las pegas que ponerle a la dirección tomada por la que hasta hace nada era la gran promesa del rock alternativo, me resulta imposible colgarle al disco menos de un notable. Continúan siendo maestros de la melodía como demuestran por ejemplo en «The Joke’s On Us». Si, de una melodía más facilona que nunca, pero aún así difícil de conseguir para el común de los mortales. Mon the Biffy, pero poco.