El dúo formado por Jaume Pantaleón y Jose Roselló continúa en su aventura por evocar algunos de los mejores sonidos instrumentales que nos ha dado la música moderna y esta vez dan un paso más hacia la psicodelia cósmica y en definitiva eso tan etéreo y alemán que vino en denominarse kraut-rock. Así, la sensación que prima dentro de «Verdad» es la de continuismo. Si en «Catedrales» podíamos trazar diferencias notables entre los cortes, aquí todo se sucede con una linealidad -en el buen sentido, hablamos de kraut- prodigiosa y los ocho cortes se derriten en un magma cristalino para conformar un disco fugaz y que responde tanto a una escucha atenta como a un viaje de fondo que aporte un toque irreal a nuestra cotidianidad.
Así, «Eres el Oceano» se construye a partir de un marcial y retrofuturista patrón de batería y sintetizador, mientras que en «Brazo Luminoso» pese a contar con una monótona base, prima la guitarra y sus efectos. Si algo aporta Roselló a esta evocación de los sonidos setenteros es una pegada mucho más cambiante y un groove más cálido, clara herencia de ese free-jazz de pasadas aventuras conjuntas, sabiendo como alternar el piñón fijo que a veces estos ejercicios de hipnosis requieren, con texturas más humanas.
Con estos ingredientes, consiguen un viaje narcótico y más cinematográfico en «Gran Vía», algo más trepidante y bailable en «Atenas», misterioso y repleto de exquisitos efectos en «Fe»… pero en definitiva, hay que volver a recalcarlo: El tópico de «disco viaje» cobra en «Verdad» sentido y es un reto terminar de oír «Manchuria» y acertar el número de canciones que han pasado como un suspiro lumínico. Su instrumentalidad estricta y el uso de guitarra, batería y sintetizador limita su propuesta a la combinación de ciertos sonidos que obligan a la imaginación a trabajar más en su interrelación.
Puede que la psicodelia en sus diferentes vertientes sea una moda en estos días y como todo, pase. Pero estamos encantados de que grupos como Lüger, AtletA o edredoN, entre otros, nos den muestras cada uno desde su propio universo, de esos retazos caleidoscópicos que tan relegados quedaron en los 70. Si bien no hemos invocado el revival desde aquí, podemos estar orgullosos del producto que nuestros grupos están dando.
