Es muy común dentro del mundillo musical más cool calificar cada temporada a alguna banda prominente en ese momento como la mejor banda que existe por entonces sobre el planeta. Sucedió hace no mucho con TV on the Radio, luego con Fleet Foxes y ahora ha recaído (de nuevo) tal apelativo sobre Animal Collective coincidiendo con la edición de este estupendo “Merriweather Post Pavillion”, su octavo álbum de estudio.
Si bien puede que esté exagerando un poco (puede no, lo estoy) no deja de ser curioso como algunas bandas son encumbradas hasta lo indecible sobre otras de igual o superior valía, normalmente gracias a la influencia de las páginas web y revistas con más repercusión. Esto ya les sucedió en 2007 al ahora terceto tras la marcha temporal de Deakin; publicaba el también estupendo “Strawberry Jam”, recogiendo elogios desde la mayor parte de la crítica especializada y coincidiendo además con el lanzamiento de “Person Pitch”, álbum en solitario de Panda Bear que fue incluso más cálidamente acogido.
Este 2009, pues, el Colectivo pretende repetir tal éxito y, a tenor del fervor que pulula por Internet, hay que admitir que lo han vuelto a conseguir. “Merriweather Post Pavillion” no se aleja demasiado de su inmediato predecesor: mezcolanza de estilos, de la psicodelia y la experimentación más alienígena, pasando por el reagge y el calipso hasta encontrarse de frente con el synth y el indie pop; imprevisibilidad total a la hora de intentar discernir qué camino tomará una canción hacia la mitad o en su final; y la sensación de que al fin y al cabo lo que acabas de escuchar es un disco de pop, algo rarillo, pero con melodías fácilmente reconocibles e incluso apto para bailar en muchos momentos de su desarrollo.
Porque una vez más, el gran triunfo de Animal Collective es sonar a todos y a ninguno; el encontrar multitud de referencias en su música, pero encajadas de tal manera que los hacen sonar de manera perfectamente reconocible. Y es que puede que su sonido ya no sea tan original como hace tres o cuatro años, pero da la impresión de que con cada nueva referencia la banda se desenvuelve con más facilidad a la hora de componer una música que en malas manos terminaría siendo un batiburrillo sin sentido. Por una vez, el respaldo mediático sigue siendo fundado.