Desde que Adrift son Adrift o desde que nosotros les seguimos la pista, parecían condenados a ser la eterna banda de pulverizador directo sin un disco parejo. Eps, splits y demás, daban muestras de su buen hacer pero el largo que les hiciera justicia no llegaba. «Monolito» casi lo consiguió, pero la experiencia de escucharlo aún no se acercaba a la de presenciar a esta tremenda máquina en directo. El caso es que Adrift es fácilmente la banda en la que pensamos si nos juntan los vocablos metal y Madrid y, a día de hoy, podemos decir que tienen un disco a la altura de su leyenda.
Y hay que decirlo así, «Black Heart Bleeds Black» es el disco de metal psicodélico del año. El berrido es más profundo y oscuro, la pulsión rítmica es más obsesiva que nunca y la guitarra gana tanto a la hora de tejer machacones mantras como a la de hacer de hilo progresivo y añadir la carga ambiental a una suma, en definitiva, tan bestia. Los aires doom pueden más y se desvanece parte de las tendencias post-rock que adornaban su música antaño en favor de la densidad y solemnidad del metal.
Se trata de un disco con el interés muy bien repartido y que lo mismo empieza fuerte y adentrándonos en las extrañas tinieblas de «The Soldier Of My Words». Ya desde el primer momento observamos como Jorge parece haber potenciado el rugido sobre el grito, más grave y acorde al tono del disco. Una base rítmica que parece hacer retumbar la cueva en la que toca la banda y la guitarra dando ese toque de color paranoico y obstinado. La repetición juega un papel clave en los riffs a lo largo de todo el disco, a menudo desplegándose entre una guitarra rocosa y cabezona y detalles más sutiles que hacen a la canción avanzar progresivamente a lo largo de los 6, 7 u 8 minutos, como es el caso de «Black Hearts Bleed Black» donde sí tenemos más griterío marca de la casa.
En «Wolves Searching Dams» tenemos uno de los momentos más adictivos y frenéticos, con esos melódicos riffs en repetición, ese cierto aire exótico que siempre ha acompañado a la banda y ese virtuosismo bien entendido dentro del estilo del cuarteto. El atmosférico final remata este viaje con aires de irrealidad y nos prepara para esa bonita intro de «Waves», que nos relaja los oídos para que «Mallet Man» nos los reviente con filigranas y el orientalismo que suele distinguir sus temas más venerados. Tal vez sea este largo ecuador la parte más melódica del disco, con los climas volátiles de «Erich Zann Environment», la parte cultivada de la banda, con ese cello y la referencia a Lovecraft.
La sospechadamente colérica «Fury Roof» nos conduce entre disonancias a pasajes de una intrincada carga ambiental que nos recuerda a los Baroness del «Red Album». No será la única influencia que escucharemos en el disco pero sí es cierto que estas resultan cada vez más accesorias para definir a una banda con una carrera de poco que envidiar a autoridades del metal internacional. Y para el final se reservan una «Long Nails» con algo más del color que rebosa el título, voz regurgitante de bilis y un último hálito de apocalipsis instrumental.
«Black Heart Bleeds Black» es un disco denso, por definición, oscuro, asfixiante y de temas largos aunque de gran estructura interna. Es, en todos los sentidos, tu anti-disco del verano. Y sin embargo a nada que le des opción, es capaz de atraparte y golpearte contra la pared de forma insistente.