Lo bueno si es barato dos veces bueno, y si es en época de crisis pues hasta mejor. Incluso, sabe mejor este caso por muchas cosas que sumarle a la ecuación, como el hecho de ser artistas poco prodigados por nuestro país o que sea en una sala tan bien acondicionada como el patio de La Casa Encendida.
Hechas las presentaciones de este concierto de 3 euros, nos metemos de lleno a este «tour ballena» que nos dejó prendados. No éramos pocos los que íbamos más por curiosidad que por conocimiento excelso de la discografía de estos chicos. Al final, salimos tan contentos con este show tan diverso y dinámico que los marcamos en próximos conciertos que ver para los restos… si es que vuelven.
La variedad compositiva era apreciable desde el principio. Comenzaron con las piezas más postrock de Ben Frost, en un inicio sorprendente, para pasar a las más clásicas de Nico Muhly, que en seguida terminaron derivando en una mayor presencia de las bases electrónicas de Valgeir Sigurðsson. Cada uno aportaba su granito de arena con mucho más en común de lo estilístico: mucho corazón.
El giro lo pegó del todo Sam Amidon y su exquisito folk de raíz preciosista. Probablemente podríamos decir que fueron los momentos mas brillantes, sobre todo debido a que todos los miembros encajaban a la perfección como en «All Is Well» (faltaba la viola de Eyvind Kang). Pero aún así, era Nico Muhly el que ya se había hecho dueño y señor de la escena con sus largos comentarios adornados. Tanto o más que con una capacidad de orquestación poco esperada en un compositor tan joven.
Mucho dinamismo en escena, con unos giros estilísticos que lejos de dispersar, abrazaban al oyente a la diversidad musical. Una pena que al final Ben Frost se cabreara por que no los dejaban hacer un bis extra (aunque la hora tope de la sala ya se había pasado), en un acto de niñería que no terminamos de comprender del todo.
