A veces me dirán que soy un poco maniático y pesado con el tema de los horarios. Pero este es un claro caso de cómo puede influir el tema de los horarios y el cansancio, en la percepción que te puedes llevar de un concierto.
Según Doctor Music, la apertura de puertas era a las siete y media. La real fue a eso de las ocho y media. Una horita de pie esperando en una interminable cola ya te marca. Encima cuando salen los primeros teloneros, Sanctity, la cosa va a más. Si de la media hora de concierto de un grupo, sólo puedes decir que no lo hacen mal, aunque la voz del cantante iba demasiado a piñón fijo y con lo único que te quedas para el recuerdo, es con los gestos del cantante o de cómo este se tragaba al final del concierto un mini de 10 euros de algún infortunado, pues mal vamos.
Total que dos horas de espera de lo más prescindible, incluyendo el arreglo del escenario para la siguiente banda, al final lo vas a acabar notando en el cuerpo. Pero lo de Annihilator, ya fue otra historia. Conocía antes del concierto un par de temas de la banda, pero lo que me ocurrió con Annihilator es de las pocas veces que me ha ocurrido. Prácticamente sin conocimiento de la discografía de la banda, en los cincuenta minutos de actuación de los mismos, que por mi, podían haber sido dos horas sin problemas, lo disfrute como si hubiera sido una banda que hubiera escuchando toda la vida y no sólo yo, sino también la “vieja guardia” de heavies cuarentones que me rodeaban, se marcaban todo un concurso de head-bangings y guitar air que añadido al escenario, me dejo absolutamente flipando. Se que cerraron con “Allison Hell” del casi homónimo LP de 1984 (casi un cuarto de siglo de banda), pero no me preguntéis más. Lo que si puedo afirmar es que después de ese soberano concierto de “technical thrash metal”, me voy a pegar un repaso a la discografía de la banda con un total 100% de seguridad. El mejor concierto de todo lo que llevo de año.
Esperando la salida de Trivium, y entre que una de las pipas nos enseñaba la rajilla del culo y dos tíos que se montaron al lado mío un trivial de componentes de grupos a grito pelado (¿por qué les gustaran tanto estas cosas a los heavies?), como si nos importase a los demás y que encima siguieron al comienzo de la actuación, hasta que tuve que meterles dos voces, ya andaba un poco quemado y cansado. Trivium demostraron una solvencia técnica y una tablas increíbles, pero por debajo de lo ofrecido por Annihilator anteriormente. El inicio con mi canción favorita del último disco “Entrance of the conflagration”, seguida por “Detonation”, y “Ember to inferno”, que da título al primer disco fue demoledor, a pesar de los dos notas de al lado. “Rain” también fue otro de los puntos álgidos de la noche, con su demoledor riff, y “To the rats”, también me llegó directamente a la fibra. Pero al sesenta por ciento del concierto, Trivium sufrió un problema técnico que para mí, ya fue definitivo. Se les fue el sonido de las cuerdas, y si bien, eso sirvió para que Travis tocara un sensacional solo de bateria y se marcaran una mini jam en la que sonó un trozo de «Symphony of Destruction» (Megadeth) y un poco del «Hells Bells» (AC/DC), el discurso con nosecuantos fucking de Matt y el parón físico del concierto, me acabo de matar de cansancio. Algo remonté el sueño con “Ignition” y “Anthem (we are the fire)”, pero cuando volvió a tomar consistencia la cosa fue sobre todo, con la versionaza de “Master of Puppets” (Metallica), con Dave Padden de Annihilator ayudando en las voces, y toda la sala Heineken volcada. Fenomenal final del concierto fue “Pull harder on the stings of your martir” y ovación en la despedida de la banda, a eso de la doce de la noche.
Cuatro horas y media de concierto entre semana son demasiadas para mi persona, cuando encima dos de ellas no haces nada, a parte de aburrirte, pero visto el concierto, puedo decir que no me hubiera importado nada ver sólo a los Trivium cincuenta minutos y que se les hubiera dado todo el tiempo del mundo a Annihilator. En cuanto a la banda principal, me sorprendió bastante que me gustara más la voz de Corey que la de Matt y fue muy curioso la fijación que tenia Matt de arengar a la gente para que hicieran ‘circle pits’. Técnicamente andan sobrados, con bastantes historias de cara a la galería, como lo de cambiar la mano de empuñadura por parte de Corey, por ejemplo, pero si bien ellos lo hicieron perfectamente, los riffs desde mi posición se perdían demasiado en el barullo general. Quizás si hubiera obviado el tiempo de espera y hubiera ido sólo a ver a Trivium y a Annihilator, mi percepción general del concierto hubiera variado, pero mi sensación es que el concierto de Trivium, desde el parón, se me hizo ya cuesta arriba. Espero poder volverlos a ver, aunque espero que para una próxima ocasión ajusten mejor el tema de los horarios y pueda valorarse el concierto únicamente por ellos mismos, a parte de por otro tipo de consideraciones.