Una vez más los Sonics nos visitaban. No sé yo que les dirá el médico de estas giras que se están pegando desde que volvieran a los escenarios hace unos cinco años, pero los más entrañables abuelos del rock aún en pie, aguantan el tirón. Sorprendió el relativo vacío de la sala, que se tradujo en comodidad para moverse al ritmo del rock garajero de los de Tacoma. Puede que hayan proliferado por nuestros escenarios en los últimos años, pero nunca se sabe cuando será la última.
Hay que admitir que la frialdad dominó la primera parte del concierto y es que se notaba mucho la ausencia de unos teloneros para entrar en harina. Sobre todo sabiendo como sabíamos que la primera banda que puso a Seattle en el mapa (aunque fueran de Tacoma), por su repertorio y la propia duración de sus canciones no dan tampoco para un concierto muy largo. Pero como no podía ser de otra forma la cosa fue in crescendo, cada vez los compases sonaban más animados, la gente se movía más y ellos se crecían. Entre suciedad de guitarra, el característico ritmo que imprime su hammond y los aullidos de Gerry Roslie, la cosa iba convirtiéndose en la fiesta del rock que debía ser.
Y es que poco puede fallar ante himnos como «Shot Down», «Have Love, Will Travel», «Louie Louie», «Psycho» o «The Witch». El otro cantante, que no se si era Larry Paripa pero no parecía ser el de las anteriores ocasiones (uno se pierde un poco respecto a las formaciones de los Sonics) no estaba en la mejor de las formas físicas pero rockeaba y se dejaba la voz como un adolescente. Las tandas de bises eso si, fueron un poco irregulares con la banda tomándose descansos y volviendo a salir para interpretar pocos temas cada vez, la última tan sólo uno, creo recordar.
Supongo que la edad algo de mella hace, pero desde luego, con la de grupos de revival garajero que hemos tenido en estos últimos años, nadie puede negar que los Sonics mantienen el trono no sólo por su pasado sino también por su presente. Y pese a que el Kafe Antzokia podía haber presentado un lleno mayor, se nota que se les quiere por estos lares. Sólo hay que ver la proliferación de fechas vasas y españolas que la banda ha vivido desde su reunión en 2007 y compararlas con las de cualquier otro lugar de Europa para darse cuenta. Por una vez y sin que sirva de precedente parece que somos diferentes para bien.