El Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles volvió a conseguir regalarnos un evento único e inolvidable. Un evento que no habría sido igual en una sala céntrica de Madrid con mala visibilidad y con incomodidad sonora. Aquí, en la terraza del ático y con cervezas a un euro, la fiesta de la nueva música sudafricana se vio de otro modo.
El caso que cuando aparecieron en escena los bailarines Tshetsha Boys la decepción se asomaba, porque los dos chavales tenían un miedo escénico impropio para esas máquinas de fuerza que Youtube nos había mostrado. El maestro de ceremonias Nozinja, nos avisó que había empezado con canciones lentas y que luego pisaría el acelerador, el Shangaan Electro dónde se aceleran canciones tradicionales sudafricanas y se aceleran.
Luego la gente les demostraba el mismo cariño que ellos iban demostrando a medida que iba cayendo la noche, tomando ambiente de gran cita. Al final, la cosa terminó más que caliente con invasión buenrollista y divertida del público, con un sector que no paró de bailar, con los Tshetsha Boys conquistando a todos a golpe de sonrisa y meneo de huesos e incluso en el caso de Nozinja con meno de tripa.
El espectáculo en si mismo no podemos decir que tenga una virtud musical demasiado interesante, al menos se hizo muy repetitivo. Pero es ahí donde entra la magia del directo, de un centro de arte que funcionó genial para el evento y de un público curioso que se puso a bailar con más curiosidad que otra cosa. Otra noche de jueves bonita en Móstoles.