Primera edición del festival co-organizado por feiticeirA (por Piticli, vamos) y un verdadero éxito organizativo a todos los niveles. Dos escenarios, siete bandas por 10 euros de propina: ¿alguien da más?
Los primeros fueron los madrileños The Rare Sound Machine a base de cierto virtuosismo por cada instrumento y primando la rapidez de las manos antes que la elaboración de las canciones en si mismas. Contaron con bastante público para la hora y lejana distancia entre Fuenlabrada y los de la parte centro/norte de Madrid. Una verdadera sorpresa ver tanta gente interesada por las actuaciones, en general.
Si con The Rare Sound Machine ya había público, con The Hapiness Project en el escenario grande la cosa mejoró mucho. Un montón de gente interesada en la actuación de esta banda alicantina que presentaba su nueva referencia en Astoria, «The Human Cannonball». El concierto de hecho se centró de lleno en ese nuevo disco, contando con una ejecución bastante certera, pero con unos problemas de sonido considerables en cuanto a la voz y la potencia en general (la tónica habitual de la noche, tristemente).
Pasando, de un rápido giro de cuello, volvimos al escenario bajito y la progresividad. También volvimos al virtuosismo, está vez sin dejar de lado unas composiciones cambiantes y muy elaboradas. Hablamos de los siempre cumplidores Jardín De La Croix y de sus temas: los de «Polyhedron» , como siempre, mejor en directo; los nuevos metiendo aún más variaciones, tapping, etc.
Veremos cómo les va saliendo la jugada a estos chicos, pero se puede decir que la banda no para de aprender y asimilar cosas que en vivo les pueden hacer bastante grandes. En esta ocasión un sonido pobre, con eco y sin matices no fue suficiente para arruinarles el concierto.
A Nahemah el sonido, sin embargo, si que les fulminó el concierto teniendo que comenzar sin oírse la voz o con un eco constante de batería. Quede dicho ante todo que eran los que menos entusiasmaban a un servidor sobre el papel, con permiso de The Rare Sound Machine, pero eso no quita que su directo prometiera mucho. Una presentación de «A New Constellation» , su nuevo disco, en la capital que terminó muy accidentada con el sonido, cuando precisamente eran los únicos con técnico de sonido propio.
Algunos de los momentos de la noche pesaron por autodenominarse con nombres de enfermedades: el stoner lúdico de «Infección De Escorpión» y el stoner más progresivo de «Varicela» son esos ejemplos. El Páramo jugaban en casa y como tal desataron las ganas de fiesta de la gente, tarea nada fácil con un estilo como el suyo. Urge poderlos ver en unas condiciones propicias, ya que hasta este concierto de El Grito no habían gozado aún de un público en número a la altura.
En el grande, tras la sesión stoner de una banda que estrenaba recientemente su debut, otra del mismo palo pero con mucha más tradición y solera. Hablamos de Viaje A 800 y su sonido a medio camino del stoner más clásico y de la psicodelia más pesada. Los exageradamente largos pasajes instrumentales y un repertorio algo falto de fuerza mermaron sobradamente uno de los conciertos estrella de la noche.
El ejemplo perfecto para resumir todo esto es el hecho de que su batería nuevo (la verdad que es genial a las baquetas) se metiera entre pecho y espalda un solo de 10 minutos cuando estas dejando fuera del repertorio un tema clave como «Cardio Límite». Al menos, hubo temas nuevos y otros tan clave en su discografía como «Ángeles Que Hay En Mi Piel» o «Roto Blues».
Para clausurar el evento, pocas bandas mejores que Adrift, ¿no?. Ahí si que daba igual el lamentable sonido e incluso que a ellos mismos se les viera con menos horas de ensayo entre sí de lo habitual, que ellos salieron triunfando como siempre a base de actitud con mayúsculas y garra, mucha garra.
No sabemos si esas fueron contagiadas por ellos a las primeras filas o al revés, pero clausurar el éxito del primer Screams On The South festival con un brutal y alocado «Ramses» directamente desde el averno, no tiene precio. Adrift, nunca falla, que dice el refrán.