Estaríamos en torno a la hora de concierto, en pleno auge festivo de «Bulletproof»; Elly hacia lo que quería con un público entregado desde el minuto uno, mientras la banda seguía con una muy buena demostración de cómo dotar de viveza a un concierto electro-pop. De golpe se borró todo y dejaron lo que parecía ser un encumbramiento perenne en un «necesita mejorar» muy claro.
Pocos pueden decir que en su primer concierto en Madrid han ido directos a La Riviera, pero menos aún pueden decir que han pasado del aforo inicialmente esperado de 900 personas (Joy Eslava) a lograr un llenazo en una sala donde recientemente ni Air ni Nada Surf (por decir dos) habían conseguido muy buena entrada. Ella y su banda lo consiguieron, contando además con una devoción absoluta por parte de más de media sala. No sabemos si la moda ochentera es lo más in del momento, pero había mucho tupé, mucho cardado y mucha malla chillona que estuvo en La Riviera sólo por mostrar lo genial que iban vestidos. Igualmente, otros de esos seguidores del estilo de La Roux demostraron que lo de esta chica ha calado mucho en España. Incluso Elly, que celebraba su cumpleaños, dijo que fue su concierto propio más numeroso.
Olvidándonos de las modas, que al fin y al cabo es lo que menos nos importa, nos centramos en cómo un inicio algo dubitativo, con el sonido poco nítido y claro de este recinto, pasó a arrancar consigo un show que era para encumbrarse a la primera. ¿Los culpables de este levantamiento sensacional? Por un lado el aire calipso de «I’m Not Your Toy» (su mejor tema, probablemente) sonó muy bien en vivo, con una banda que reinterpreta el trabajo de estudio mucho mejor de lo que uno podía apostar. Por otro el público estaba con ganas de pasar una buena noche, y no sólo por la cantidad de sujetadores que le llovieron a la cantante británica. Pero sobre todo habría que remarcar que ella, su actitud y su voz dieron la talla con falsetes imposibles, bailes ochenteros y un buen rollo más que evidente.
Unido a todo esto comenzó la remesa de hits, de un disco que sonó prácticamente al completo: «Quicksand», «Colourless Colour», «Fascination» o «In It For The Kill» que sumaron una irreconocible «Under My Thumb» de The Rolling Stones. Viendo cómo la gente coreaba los temas parecía imparable su éxito, pensando inevitablemente en cómo su más que probable paso por festivales iba a ser todavía más triunfal (nos huele mucho a FIB o a Sónar).
Pero todo se vino abajo, tras un bis solitario («Bulletproof») nos quedó una sensación de vacío a todos que ese esfuerzo anterior se esfumó por la borda. Dio igual que una vez más nos demostrara lo maja que es ella cogiendo todo lo que la habían lanzado o lo muy agradecida que estaba lanzando besos.. Al final queda mal sabor de boca, pues terminó siendo el repertorio el que se quedó pequeño para un evento de esta magnitud. Al menos la hora de concierto demostró que con un segundo disco a la altura la cosa puede seguir funcionando.