La cantante de Barbados Rihanna regresó a Madrid tras el fiasco de su actuación en el pasado Rock In Rio Madrid, dónde su rol de superestrella se quedó grande a lo que pudimos ver en directo. En esta ocasión, presentando «Loud» y con otro nuevo disco recién salido, «Talk that Talk».
La superestrella tenía difícil redimirse, pero supo rehacerse gracias a un ambiente más cargado de buen rollo y a un repertorio que bebía de un disco más superior («Loud») que el que presentaba en la anterior visita («Rated R»).
El talento de Rihanna es indudable, pero como interprete y nunca como compositora. Para ello tiene gente como Calvin Harris, el creador del nuevo hit de la cantante («We Found Love»). Como parte del premio por la composición, Harris ha sido el encargado de abrir la gira europea de «Loud», ejerciendo sesiones de dj’s apropiadas al evento, plagado de hits de discoteca de medio pelo. Aburridísimo, y más a las ocho de la tarde.
Con Rihanna llegó la diversión, respaldada por una banda que de nuevo supo llevar al formato banda (e incluso rock) el reciente giro al dance y alejamiento del rnb, aunque los tres primeros temas parapetó a la banda a un segundo plano con «Only Girl (In The World)», «Disturbia» y una «Shut Up And Drive» algo menos plagada de guitarras. El primer bloque lo cerraron con una dancehall–reagge «Man Down» que mostró a la banda y las habilidades vocales de Rihanna.
Luego apareció la vena sexy de la cantante, con un espectáculo de tintes sadomasoquistas y aires soft–porn. Para ello usaron una oscura versión de «Darling Nikki» de Prince como antesala a una celebrada «S&M» y a un listado amplio de canciones presentadas hasta que llegó «Breakin’ Dishes», una de sus mejores canciones.
La parte de gorgoritos vocales y de canciones lentas comenzó con una sensacional versión de «Unfaithful», en la que Nuno Bettencurt apareció con una acústica con la bandera de Barbádos. Después, otro de los momentos del concierto vino con «Hate That I Love You», lo que inevitablemente nos volvió a recordar que todo lo que tuviera el sello de «Good Girl Gone Bad» iba a ser serio candidato a mejor momento.
«California King Bed» sin embargo nos mostró como a Rihanna cada vez le faltaba más la voz, y en lugar de demostrar que le costaba llegar con su voz al estribillo prefirió dejar cantar al público. «Rude Boy» y «What’s My Name?» volvieron a traer el mejor del ambiente, otra vez demostrando que su baterista Chris Johnson es perfecto dando vida a temas muy discotequeros. Con «Cheers (Drink To That)» Rihanna bebió un chupito para brindar por el sold-out de Madrid y «Don’t Stop The Music» en su versión más edulcorada y sin fuerza sirvió para cerrar el set con algo de dudas.
«Love The Way You Lie» quedó algo fea con Eminem enlatado y grabado en vídeo, parte del show que quizás habría necesitado una inversión más arriesgada y menos secundaria a lo largo del concierto. «Umbrella» sufrió una pérdida de fuerza como su vecina «Don’t Stop The Music», pero al final la versión ravera de «We Found Love» fue un colofón perfecto.
Rihanna parece haber bajado del pedestal de pasotismo en el que se nos subió en Rock In Rio Madrid, así que con el buen trabajo que es «Talk That Talk» y con una banda tan impresionante sólo nos queda esperar que siga trayéndonos lo mejor del pop/rnb, junto a sus vecinas Lady Gaga y Beyoncé.