El cansancio se tornó en la realidad la jornada del sábado en Primavera Club Madrid, sobre todo porque laúltima de las veladas «largas» del festival veía como se juntaba la noche del viernes tras las actuaciones del Círculo de Bellas Artes con las de Joy Eslava del propio sábado, dejándonos apenas 12 horas de descanso.
Si la jornada previa estuvo presidida por el escándalo de Maus, la penúltima jornada mostró la verdadera masa de gente que había agotado entradas de un festival que es ya un clásico de las noches invernales madrileñas. Cómo no hubo concierto masivo en La Riviera la mayoría de la gente se concentró en la alejada Sala San Miguel que se volvió a mostrar como un seguro de sonido. Luego en el Círculo de Bellas Artes fue un sábado muy poco interesante, sobre todo por la poca gente que se animo a subir la escaleras esa noche.
GINFERNO
Joy Eslava estaba predestinada a ser el cierre del festival puesto que la jornada del domingo se celebraba allí, pero al mismo tiempo era la encargada de abrir las jornadas cada día. En el caso del sábado, media hora antes que los demás días, con la propuesta alocada y genial de los madrileños Ginferno. Y decimos madrileños porque no queremos entrar a comentar las múltiples nacionalidades de sus miembros.
Bastante buena entrada para las horas que eran y para ser un grupo que iremos pudiendo ver más a menudo que el resto, aunque también es cierto que el quinteto no se había prodigado apenas desde la salida de «Mondo Totale», su esperado nuevo trabajo. Su cantante Kim volvió a derrochar buen rollo y a demostrar que su presencia ha cambiado mucho del concepto de un grupo ahora más dedicado a hacer canciones que a experimentar, para bien y para mal. Siguen conservando ese sonido único entre el jazz, el avant garde y el folklore tradicional del centro de Europa, todo ello regado con un buenrollismo impecable. Cómo comentábamos in situ, si alguna publicación de moda estadounidense los viera me daría la razón.
ST VINCENT
El paseo desde Joy Eslava a la sala San Miguel, ubicada en el Palacio de Vistalegre, no fue tan tedioso como podría parecer. No entendemos tantas y tantas quejas con respecto a la ubicación de la sala, puesto que la sala nos ha regalado un aforo que ha garantizado que todos pudiéramos ver los conciertos así como un sonido y visibilidad sensacional. Al final sólo eran 15 minutos largos.
A St Vincent podría parecer que esa enormidad de escenario le iba a sentar mal, sobre todo si atendemos el vacío que sufrieron el día previo a la misma hora los chicos de Jeff The Brotherhood, pero no habiendo conciertos masivos programados al mismo tiempo como el de Fleet Foxes todo ocurrió con normalidad y el publico respondió masivamente a su esperada propuesta.
Podríamos hablar muchas cosas del directo de Annie, bajo su nombre artístico de St Vincent, pero quizás lo que más nos sorprendió fue lo eléctrico y distorsionado de su propuesta en vivo, aunque también es cierto que su magnetismo (y belleza, claro) fue todavía más grande de lo esperado. Podríamos decir que la artista se presentó como si fuera una Beck femenina de nuevo cuño parapetada detrás de una guitarra eléctrica ruidosa, y siempre con su dulce voz por bandera, aunque los retazos intimistas que se sacó de la manga para presentar «Strange Mercy» fueron clave. Lo de tocar el «She Is Beyond Good and Evil» de The Pop Group mientras ellos actuaban en la misma ciudad, en el mismo festival, a la misma hora pero en otra sala, fue uno de los momentos más bien traídos de toda la semana de conciertos.
UNKNOWN MORTAL ORCHESTRA
Todos sabemos que un festival como Primavera Club trata tanto de disfrutar de tus artistas favoritos como de conocer algunos nuevos, y viendo cómo estaba la sala Siroco en la propuesta de los neozelandeses-afincados en EEUU Unknown Mortal Orchestra fueron de los que más seguidores ganaron desde su confirmación. A decir verdad lo entendemos, puesto que tienen un disco sensacional y un estilo personal: entre lo destartalado de The Cramps, el post-punk de The Fall y unos The Velvet Underground omnipresentes. Si, muy difíciles de encasillar como podéis leer.
Además de esto tienen muy buenas canciones en ese trabajo de igual nombre que la banda, pero este trío decidió dejarse muchas en casa y a la media hora se habían largado del escenario. No es que lo hicieran en plan chulo-hype, no, sino que directamente prefirieron hacerlo corto aunque sin llegarnos a convencer del todo. Sirva de ejemplo que su canción más popular «Ffuny Ffrends» no formó parte del repertorio por un olvido, como comentó algún intrépido que se acercó a preguntarlos. Un despiste de concierto que nos trajo momentos muy buenos pero que al final nos dejó totalmente a medias y sin saber si son tan buenos como en disco.
STEPHEN MALKMUS AND THE JICKS
Yo no se porque, pero no tenía grandes expectativas del directo de Stephen Malkmus en solitario. Primero pensaba que tendríamos poca gente para ser un cierre de sala grande, y me equivoqué. Luego pensé, como conocedor de la discografía de Pavement pero no de él en solitario, que a Stephen igual le iba a ver en modo errático y pasota ante lo que de nuevo me equivoqué. Por último había pensado irme antes de que finalizara su concierto para coger sitio en el Círculo de Bellas Artes y me quedé hasta el bis.
No sólo los temas de «Mirror Traffic» sonaron impecables gracias a que derrochó magnetismo escénico durante todo el show, sino que todos los miembros de la banda contribuyeron con cada pincelada de intensidad sonora. Por si fuera poco, se sacaron de la manga una irreconocible versión del «Clint Eastwood» de Gorillaz, o al menos eso es lo que mis orejas quisieron interpretar. Malkmus, juro que nunca volveré a dudar de ti.
EMA
Con el miedo en el cuerpo, basado en las experiencias pasadas en otras ediciones del festival, nos apresuramos al Metro para poder llegar a tiempo de entrar al concierto de la rubia EMA en el CBA. El miedo era infundado y, aunque fuimos de avanzadilla, allí no hubo ninguna respuesta masiva y volvímos a ver una media entrada desmotivante en el Círculo.
En esta ocasión EMA ya había empezado su actuación y sonaba todo mucho más eléctrico de lo esperado, con baterista, teclista y con un violinista que al mismo tiempo se alternaba con el teclado. La actitud de EMA fue muy difusa y no mantuvo esa densidad sonora que nos muestra en su reciente «Past Life Martyred Saints», así que algunos quedamos descolocados entre considerarla una artista de rock ruidoso o una propuesta repletas de texturas oscuras como la que podríamos encontrar escuchándo su trabajo en casa. Como su directo tampoco tuvo mucha ayuda del sonido de la sala, esperamos poderlo comprobar en un momento y sala más apropiado, aunque la versión de «California» y de un tema de Violent Femmes si gustó más.
HOLY OTHER
El encapuchado Holy Other nos mostró la otra cara de la experimentación electrónica: la de las texturas oscuras y la de los sintetizadores que luchan por sobrevivir entre el denso ambiente. Todo esto suena poco divertido para un concierto a las 3 de la madrugada y efectivamente así fue, a pesar de que la propuesta de este artista desconocido e impactante fue una de las más sorprendentes e interesantes del festival.
Las proyecciones consiguieron hechizar a buena parte de la audiencia, la que no estaba allí para pasárselo bien un sábado por la noche más sino más bien para vivir sensaciones que hay que vivir mucho más concentrados. Quizás habría sido uno de los mejores momentos de todo el festival de haber sido programado en una sala como Siroco, en vista de lo bien que defendieron lo suyo allí Factory Floor.
DJ COCO
Cerrar con Dj Coco, residente de la barcelonesa Nitsa y al mismo tiempo parte destacada de la organización del festival, es ya un clásico de los Primavera Club madrileños y de los Primavera Sound de Barcelona. Con este motivo había que plantearse una sesión lúdica y totalmente contraria a la que había precedido con el tortuoso sonido de Holy Other. O al menos eso creíamos, porque a Dj Coco le costó sacar a relucir los típicos temazos desenfadados que tanto nos gustan y que al mismo tiempo son tan poco apropiados para un festival tan vanguardista como este. Así que sin fuerza para aguantar mucho más hubo que decir adiós en cuanto el cupo de remezclas ochenteras fue sobrepasado, y más aún con todas las escaleras que nos quedaban por bajar.