/Crónicas///

Mursego – Bilbao (25/11/2011)

8.5
Deustuko Udaltegia, Llenísimo
Precio: Gratis

Gran iniciativa la del concierto de Anari y Mursego en el Deustuko Udaltegia. Al parecer la cosa se enmarcaba en un programa de cultura vasca y euskera con lo que parece que será algo puntual. Una pena, porque un recinto como ese para celebrar conciertos de carácter íntimo con cierta regularidad vendría muy bien. Es una verdadera vergüenza ir comprobando como hay tantos lugares públicos acondicionados para eventos musicales desperdiciados por ahí. Pero no nos pongamos negativos, que esta vez la cosa estuvo bien.

Total, que el recinto se quedó pequeño no, pequeñísimo para acoger a dos artistas, una ya un peso pesado de la música euskaldun y otra, una realidad emergente que en poco tiempo nos está dando gratas sorpresas y su futuro pinta sin fronteras. Todas las sillas ocupadas y gente de pie por todos los rincones para, en el caso de los sentados más que ver escuchar (una tarima más alta es necesaria) a Anari con su guitarra interpretando un cancionero delicado e intimista que, no sólo no se hizo monótono, sino que fue in crescendo, con dosis de agitación muy medidas. Para sus últimos temas se valió de la ayuda de Maite (Mursego) la cual, contra todo pronóstico, fue segunda en tocar.

Ambas se entienden bien sobre el escenario y es obvio que comparten cierta filosofía musical, la que también comparten imagino con el resto de bandas de la familiar escudería Bidehuts, sinónimo de calidad donde los haya en la música contemporánea euskaldun. Pero es curioso ver lo diferentes que son escénicamente. Anari delicada, minimalista, ordenada, poética; Mursego caótica, espontanea, graciosa, irreverente.

La eibarresa dio un concierto muy extenso y pudo mostrar todas sus facetas. Recalcamos esto del tiempo sobre todo porque al ser en un local público pensábamos que habría que cerrar pronto, pero vamos, hubo tiempo hasta para bises. Allí sonó desde tropicalismo de maquinitas, hasta canción tradicional mexicana o referencias cinematográficas; de momentos solemnes y graves de la mano de su cello, hasta auténticas fiestas y carcajadas con algunas de sus letras. El punto álgido fue la participación del público en «Santos Mártires», canción que va desvelando la muerte que sufrieron algunos de nuestros más cercanos patrones.

Más tarde intentó otra participación del público pero ni ella misma parecía tener muy clara la idea, así que no cuajó pero siguió quedando muy simpático el asunto. Desde luego que tuvimos delante a una artista que promete mucho y ya está dando frutos. Con esa formación musical clásica y esa irreverencia experimental que la pone en la onda de sus admirados Za! (a los que como siempre dedicó su canción), siempre buscando loops de voz y percusiones para crear pequeños caos con los que juguetear, seguro que pronto se le abrirán puertas fuera de Euskadi, al menos en los circuitos más subterráneos.

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25 de noviembre de 2011