Dentro de la programación del inclasificable festival Jet Lag Bio, se ofrecieron igualmente inclasificables actuaciones musicales con criterio, digamos bastante difuso aunque manteniendo una cierta independencia respecto al potencial comercial de las bandas. Así pudimos ver desde bandas de pop asiático a hardcore sudamericano, stoner-rock estadounidense o electrónica experimental. Esto último era lo que tocaba con unos clásicos como Mouse On Mars, cuya carrera dilatada ha coqueteado desde el post-rock al house pasando por el kraut o el techno más contundente.
Les precedieron los locales Munlet, duo de electro-punk-pop que no cuajó entre la audiencia más difícil que pueda uno encontrarse; la que no paga entrada. La gratuidad del festival aseguraba una mezcla curiosa de público y tribus, desde pijos a punkis y cualquier tipo de gente que pasara por allí y escuchara música en el interior de La Merced. Por ello, la pareja fue incapaz de mover al público, tal vez más pendiente de unos visuales repetitivos y de corte muy kitsch pero visuales al fin y al cabo, un trabajo de agradecer. Para nuestro gusto, deberían abandonar un poco el toque petardo y los recurridos gritos histriónicos, ahondar en la composición, que incluso en la electrónica debe jugar un papel importante y dar más protagonismo a las guitarras si no quieren quedar como unos Cycle vascos, o sea, monótonos.
Mucho más inclasificable fue lo de Mouse On Mars. La pasión de este dúo alemán precisamente por no ser etiquetados les llevó a escenificar un concierto/sesión bastante duro que si bien podía rayar al menos predispuestos, tampoco hacía excesivas concesiones al baile fácil. Y es que hubo beats para dar y tomar y algunos momentos placenteros, pero en su mayor parte había oscuridad, sonido maquinal muy germánico y sobre todo, ritmos rotos, progresiones al borde del colapso e imperfección, en el buen sentido de la palabra, en el de no atenerse a convencionalismos ni lógicas.
El apartado visual fue igualmente sorprendente en su minimalismo. Una imagen estática sobre la que discurrían textos en inglés sobre la liberación del ser humano se mantuvo durante todo el concierto, bises incluidos. Pese a todo, los DJs no se mostraron fríos, más bien al contrario, aunque su papel musical les impide dar más juego. Algunos instrumentos en vivo no vendrían mal para hacer de su propuesta algo más asequible al público en general, que en general disfrutó de los momentos más orgánicos como los acercamientos al funk abstracto.