A Ministry el parón les duró poco. Al pensaba que podía desengancharse pero resultó ser su música la sustancia más adictiva a la que se había acostumbrado. Así que el bueno de Jourgensen venía presentando ya nuevo disco, «Relapse» en el que no se reinventan pero con el que nos dejan un puñado de temas buenos y tralla a su estilo.
Antes de ellos venían Djerv, grupo noruego encabezado por la que fuera cantante de Animal Alpha. Tampoco aquellos nos convencían para nada y esta nueva encarnación, deja parecidas sensaciones. La banda interpretó un numetal industrioso y gritón del de mucho ruido y pocas nueces y aunque intentaron animar, la cosa no se encendió demasiado mientras la mayoría de la gente seguía entrando.
No tocaron demasiado, lo que sorprendió ya que quedaba como media hora para la hora en que Ministry debían salir a escena. No sólo salió el sexteto con extrema puntualidad sino que hasta se adelantaron unos minutos para comenzar con su último single «Ghouldiggers» esa puñalada a la industria con la apropiada línea «I’m not dead yet» que pudo leerse como reivindicación de su buena forma como banda. Y es que Al Jourgensen físicamente está un poco desmejorado, recordándonos sin remedio al propio Ozzy en sus pintas y sus gestos, pero aún es capaz de cantar/gritar y con el revestimiento cada vez más metálico de su banda, capitaneada por Mike Scaccia la propuesta es imponente.
El setlist estaría muy marcado, sobre todo en su primera parte, por la última etapa de la banda; más concretamente la etapa post-Paul Barker, la trilogía dedicada a George W. Bush (no importa que ya no esté en la Casa Blanca, la obsesión de Al por su figura sigue siendo patente) y su último disco, el citado «Relapse». Pronto cayó la enorme «No W» con ese uso del Carmina Burana y dio pena que quedara algo deslucida por el hecho de que aún el sonido estaba buscando cuajar del todo y nuestros oídos buscando la comunión con semejantes dentelladas de ruido.
Mientras los temas se sucedían, la pantalla tras la banda, que nos hubiera gustado tenerla más arriba y visible, mostraba imágenes relacionadas, ya fueran propios videoclips, imágenes para la ocasión y en muchas ocasiones, planos de los diferentes miembros de la banda con psicodélicos fondos un tanto cutres, pero bueno, no se distingue la banda por su refinamiento estético precisamente. «Rio Grande Blood» o «Señor Peligro» siguieron esa línea thrash-punk sin tregua ofreciendo pronto alguno de los momentos más frenéticos del concierto. Y es que con Ministry todo depende de qué faceta suya te guste más, aunque tocando temas como la ramplona «99 percenters» suenen a el mundo al revés, a una versión de Marilyn Manson. Y es que deberían dosificar esos coros fáciles y esos «hey hey hey»s que huelen un tanto a verbena.
Volviendo a la banda, Jourgensen atrae la atención con sus rastas, sus piercings, su aparatoso pie de micro móvil encabezado por una calavera, sus extraños bailes y peticiones de fumeteo al público mientras la seguridad de la sala persigue a los fumadores entre el público (¿un pequeño acto de rebeldía?), de eso no cabe duda. Pero la presencia de ambos guitarristas de estética heavy, así como de los voluminosos bajista y batería, de rollo más motero hacía innegable que Ministry, al menos en directo, son una banda sólida. Por su parte, el teclista no hacía demasiadas filigranas musicales, pero sospechamos que tenía un gran trabajo lanzando programaciones. Programaciones que por cierto hacían el concierto algo raro a veces, con excesiva locución vocal. Cosas del industrial, pero un mayor uso de coros (el bajista a veces contribuía) hubiera sido de agradecer en vez de tanta voz programada.
Y así se pasó la primera parte repasando estos últimos discos hasta llegar a cenits como «The Last Sucker». Tras un considerable número de temas eso sí, enganchados sin apenas parón, abandonaron el escenario para ofrecernos más que bises una segunda parte encabezada por una gloriosa «Psalm 69» que abría la veda para una mirada al pasado. La rítmica «N.W.O.» dio un aire fresco a un concierto demasiado a piñón a veces, mientras la locura se desataba en las primeras filas donde por supuesto se encontraban los más fieles de la banda y sus clásicos. Cayó también «Just One Fix» quizá su tema más popular (rivalizando con una ausente «Jesus Built My Hotrod»). Vamos, que la mirada al pasado se quedó en «Psalm69» y «The Mind is a terrible thing to taste» (de esta encadenaron «Thieves» y la atmosférica «So What» como cierre), ignorando tantos otros clásicos.
Esta escasa concesión a la nostalgia, entronca con que, cargando el peso en la faceta más thrasher, el concierto es una retahíla de pelotazos de alta intensidad y velocidad que, encadenados, pueden llegar a sonar lineales. De una banda de su trayectoria se esperaría un set más estudiado, con subidas y bajadas, con atmósferas que actuasen como enlace para ofrecer algo coherente, pero no tan apabullantemente monolítico. Volverían una vez más para interpretar la versión de esa banda paralela de Anthrax que fue S.O.D. «United Forces», cerrando de esta forma con un tema del «Relapse» en clave muy punk-rockera. El testimonio de un Al Jourgensen que se resiste a vivir de las rentas del pasado, actitud que tampoco somos quién para reprochar.