Mucha expectación para ver a Metz en una sala tan acogedora y atronadora como es Siroco, como ya ocurriera el año pasado con sus colegas de The Men. En esta ocasión Metz no se dedicaron a adelantar temas de sus futuros trabajos, sino prefirieron repasar de pe a pa su reciente y celebrado álbum de debut en Sub Pop. El ambiente de pequeña gran cita se respiraba desde primera hora, con un público dispuesto a entrar cuanto antes a la sala.
A un horario muy tempranero, incluso para ellos que dijeron que nunca habían tocado tan pronto (curioso tratándose de España, que suele ser conocida por sus hábitos horarios tardíos), saltó a escena el trío pero en apenas diez minutos habían peinado a base de distorsión a las primeras filas. «Knife in the Water» y «Get Off» aparecieron en seguida en escena para convencernos de que la pegada de Metz en vivo duplica a la de un disco ya cargado de por si de tensión eléctrica y de fuerza. Es cierto que el abrasador y sobrecogedor sonido de sus líneas de bajo se perdieron entre los decibelios de Siroco, así como una voz que adquiere un deje propio y rasgado en su formato concierto luchaba por sobrevivir entre la maraña de guitarras y batería, pero el conglomerado general fue practicamente perfecto. Aunque si hay que quedarse con algo de la banda es con esa entrega, lucha y sudor, especialmente con un batería que afortunadamente para su propia salud sólo tuvo que tocar cuarenta minutos.
Porque así fue, el concierto apenas duro tres cuartos de hora y sin telonero (suponemos que por alguna razón de promoción, porque se me ocurren muchas bandas locales que pegaban a las mil maravillas y lo habrían hecho encantados), pero tampoco se podía pedir mucho más a un trío que literalmente nos empapó de sudor, de decibelios, de fuerza de puro rock y de un cierre de concierto sublime con «Rats» y «Wet Blank». En Primavera Sound si consiguen un horario nocturno como el que el año pasado pudieron tener Obits u OFF! saldrán muy victoriosos.