Los chicos de Melange se estrenaron de manera oficial como banda la otra noche en El Sol con buen pie. Bueno, para ser justos, llenar la mítica sala justo coincidiendo tu primer bolo con todo un Barça-Madrid es mucho más que empezar con buen pie, es más bien la mejor de las fortunas que una banda puede tener en la capital de España.
Hay que remarcar especialmente que es el primer concierto porque las bondades que Melange nos brindaron encima de las tablas es claramente algo que retroalimentará la asistencia de futuros conciertos para el oyente curioso, al que seguramente le costaría mucho más entrar en lo complejo y diverso de su propuesta escuchando directamente su estupendo disco de debut, pero no tanto si uno ve las bondades de un directo mucho más apropiado para todos los públicos de lo que todos pensábamos. Lo que la banda nos comentaba en nuestra entrevista con ellos de unos días antes se convirtió en realidad. Justo como nos hacía ver su guitarrista y cantante, Miguel, la propuesta de la formación en directo es mucho más sencilla y fresca de lo que puede parecer el tejido del trabajo de estudio.
De todos modos, las virtudes de su disco se mantienen encima de las tablas sumando la clara complicidad entre los miembros de la banda. Queda demostrado en como Miguel, Dani y el recién llegado Sergio (ex-Rip KC) entrelazaban el sonido de sus cuerdas entre sonrisas, quizás sirve como mejor ejemplo «Las dunas de Diabat» con ese aire a Bombino (creo que sin duda el momento álgido del concierto). Es siempre un gustazo ver como se las gasta el ex-Lüger Mario Zamora con sus teclados («Saquesufáh», «La Cosecha»…), con especial mención a lo bien que sabe encajar su Farfisa mientras esa sección rítimica se mantenía en su sitio. Por si fuera poco, para algunos temas subieron al escenario a Sara Muñiz para añadir su viola («Nuevos ritos» especialmente bella) y en la parte final el clarinete y saxofón de Luis Erades para una versión extensiva y libre de «Tríptico de tobalá”. Y por supuesto, también funcionó la cosa con las canciones más inmediatas de su repertorio, como «Verdiales del encuentro» o con el bis final que fue «Solera».
Hay pocas pegas posibles para el concierto, más allá de que el repertorio aún es limitado, obviamente. Si acaso lo que sucedió con el sonido del concierto fue que el excesivo volumen de la batería se comía gran parte del especial ambiente que las canciones formaban, desconozco si por problemas en la amplificación de las mismas o porque la banda desea sonar así. Igual también las voces permanecían demasiado tapadas, pero en cierto modo aquello conseguía dar un aura más mística al espectáculo. Otra pega no es más que una debilidad personal, pero si hicieran más uso del sitar en sus composiciones apuesto que sus directos ganarían en mayor versatilidad.
Solo podemos felicitar a la banda por una propuesta tan original y al mismo tiempo bien traída del pasado. Esperemos que esa coctelera de estilos y virtudes que es Melange siga adelante por mucho tiempo. El espíritu de Triana, de Neu!, de Secret Chiefs 3 y de Bombino debe seguir adelante.