Buena noche para la música por el cartel que se planteaba, pero noche de perros por la rasca que hacia en la calle de la Princesa. Había ganitas por entrar en la sala Arena, pero ya no por ver a los músicos, sino porque en la calle también se le estaban quedando a uno, la ideas medio congeladas. Con media hora de retraso, que con el frío se hizo una eternidad, abrieron la nevera, quiero, decir, la sala, porque dentro la situación no era mucho mejor que en la calle.
Bueno, el caso es que con tanto frío, uno tenía ganas de que los músicos se lo quitaran, y tuvieron que ser una gente de Noruega, los death metaleros cristianos (toma etiqueta), Extol, los que me lo empezaran a quitar. Con una formación clásica de dos guitarras, bajo, batería, voz, en la que el segundo guitarra hacía las voces melódicas mientras que el cantante hacía las voces guturales, y a pesar de ser de un palo al que yo personalmente no le doy prácticamente nada, el caso es que lograron meterme mucho en su música, en sus ambientes y en sus subidas y bajadas. Con la juventud que atesoran, y lo que les queda por aprender, seguro que continuaremos oyendo hablar en ellos en los ambientes metaleros.
El segundo plato del menú, venía de las manos de los muy americanos por su música, pero muy suecos de procedencia, Dozer. Saltaron a la escena stoner, con la buenísima carta de presentación de compartir un split junto a los Unida, del ex-Kyuss, John García, en el que se codeaban perfectamente con tan reconocida banda. Luego han demostrado su buen hacer con discos como In the tail of the comet, Madre de Dios, o su más reciente, Call It Conspiracy (2003), con el que ya aparecían en un digno octavo puesta entre los mejores discos de ese año en stonerrock.com. Dozer no se quedan en un típico sonido stoner de riffs machacones, sino que añaden a su música elementos de garaje y punks, que hacen su música más atractiva para el público general, que el típico grupo stoner. Bajo estas premisas se presentaban en Arena, y convencieron rápidamente al respetable, demostrando su habilidad con los instrumentos con un repertorio lógicamente centrado en su último trabajo. Me quedo con la instantaneidad del tema “Rising”, con la jam que se marcaron el bajo, increíble guitarra y estratosférico batería en el tema “The Hill have Eyes” y a pesar de que la voz, no me llego del todo a convencer en general, cuando soltó la guitarra al entrar en escena un segundo guitarrista y centrarse en cantar con “Man made mountain” eso ya me pareció otra cosa… como canta mucho también el tío.
Y el plato principal, puuufff… increíbles… Unos efectos del mar precedían a la tremenda interpretación de los casi quince minutos de Hearts Alive, canción de ambientes, muy cercana al concepto de temas de Isis o Cult of Luna con la que Mastodon, creo que trataron de decir que allí no íbamos a montar pogos, ni darnos de cabezazos… íbamos a escuchar a cuatro musicazos como la copa de un pino. La idea fue perfectamente captada por el heterogéneo público, que se dedicó todo el concierto a hacer lo que hay que hacer en un concierto, por una vez, a escuchar música. A partir de ahí se dedicaron a desgranar básicamente su alabado último trabajo, Leviathan, tanto por la prensa especializada, como por el público. Dato curioso es que hayan encabezado listas tan dispares como la de la ya citada Stonerrock.com de 2004 o que hayan sido el único disco de metal que haya aparecido en la lista de mejores álbum de Allmusic. Aparte ya firmaron en su debut, el impecable Remission, aunque menos melódico que su actual largo.
Después de la impecable interpretación de Hearts Alive, se montaron en la apisonadora, para soltar la tralla de I am Ahab, seguido de la grungeta Seabeast. Lo cierto es que en el concierto no sabia uno a donde mirar, porque si Brann Dailor a la batería, es de lo mejorcito que he escuchado, Troy Sander es el mejor bajista que he visto en directo, a parte de estar perfecto con su salvaje voz, pero es que Brent Hinds con su voz más salvaje todavía y su guitarra, y Hill Kehlner a la guitarra, repartiéndose el protagonismo estaban perfectos y sonaban como una perfecta máquina. Algún tema del primer álbum cayo como la fenomenal March of the Fire Ants, pero cuando más me exaltaron fue al reconocer los riffs del single Iron Tusk o en los riffs centrales de Aqua Dementia. Pero el concierto era un todo, Blood and Thunder, Island, Megalodon… sonaban perfectas con unos tíos que emanaban carisma por los cuatro costados, sin exagerar posturas de cara a la galería. Simplemente perfectos. Se despidieron con un “See you in May”, por su próxima actuación en Festimad, aunque les hicimos volver a salir (fijo que no estaba previsto) para tocarse otro tema y abandonar definitivamente el escenario con un sampler de Shadows that Move de su EP Life is Blood.
La leche fue cuando se bajaron del escenario a largar con la gente como si fueran uno más, o ver al cantante y al bajista de Dozer hacer lo propio en la entrada mientras vendían camisetas. Así da gusto, grandes músicos y gente con la que uno se puede identificar y no esas estrellitas de tres al cuarto, salidas de los programas de televisión o de las productoras de discos.
Hubo bastante más gente de la prevista, media entrada larga, teniendo en cuenta los 20 euros y que Mastodon ya estaban anunciados para el primer día de Festimad, y por lo leído por los foros al día siguiente nadie salió decepcionado. Esperemos que en Festimad vuelvan a repetir el milagro, pero el tocar en una sala pequeña con un público entregado es irremplazable. Si ya logran convencer en Festimad, la mitad de lo que me convencieron a mi, será cuestión de hacerles reverencias. Muy grande la noche (y el frío de antes, durante y después del concierto).