A Mastodon hacía ya mucho tiempo que se les debía un concierto en condiciones en suelo madrileño, concretamente desde que vinieran a presentar «Leviathan» (si las cuentas no me salen mal) en 2005, en la sala Arena. De allí todo el mundo salió asombrado de lo que habían visto, como luego ocurrió en el ya célebre Festimad 2005, a pesar de que ya tuvieron que sufrir un pésimo sonido en la carpa. El resto del tiempo los hemos ido viendo disco a disco por España, pero siempre en labores de telonero o en festivales dónde no podían demostrar toda su valía. Si podemos excluir un concierto de todo esto fue el que nos brindaron en julio de este 2011 en Sonisphere, dónde lidiaron con el sol de las cuatro de la tarde para regalarnos un repertorio y una actuación escandalosamente buena. De hecho, si comparamos ese corto de una hora con el de veintitrés temas que nos ocupa hasta tuvímos la baja de «Mother Puncher».
El concierto de La Riviera iba a ser todo esto y mucho más, porque entre otras cosa iba a ser «el concierto de Joy Eslava» con todo lo que ello conlleva: sonido claro, sensación de cercanía, olla a presión… Lujo, en general. Por contra, La Riviera al no llenarse, nos dejó un ambiente algo más agradable y cercano, mucho más buen rollo en las primeras filas y un público de diez que en general mantenía su espacio para disfrutar y vivir el concierto sin molestar. Pero es que lo del sonido hace bajar enteros de cualquier concierto, ya que una vez más dejó en pañales una sala como La Riviera. Hemos perdido la cuenta de cuantos y cuantos conciertos hemos visto en la sala con un sonido así de deplorable, de hecho podríamos contar los que sonaron bien con los dedos de una mano. Se ha tornado ya en intolerable.
Red Fang fueron los teloneros de esta velada, y curiosamente sonaron mucho mejor que luego la banda principal. Eso es para hacérselo mirar, aunque igual fuera más por una cuestión de haber usado un volumen más bajo y menos saturado. La banda de Portland encajaba a la perfección con el sonido de Mastodon, mezclando el blues de Clutch con el sludge bizarro de unos Melvins más acelerados y la idea de metal de unos Baroness algo más terrenales. Los temas de su reciente «Murder The Mountains» sonaron vigorosos y potentes, con especial mención a dos piezas claves como «Malverde» y «Hank Is Dead». Que vuelvan, pero en distancias cortas, por favor.
Ya con Mastodon delante de la lona roja de «The Hunter» el atronador (para bien y para mal) sonido de las guitarras se hacía presente. «I Am Ahab» y «Megalodon» sonaron en los primeros compases del concierto, representando esa obra maestra que es «Leviathan». Igualmente ocurrió con «Ghost of Karelia» en mitad de set representando lo poco que sonó «Crack the Skye», pero el ancho del concierto vino comandado por un repertorio plagado del nuevo álbum. En concreto hay que destacar lo mal que sonaron «Black Tongue» y «Dry Bone Valley» para abrir, por los ya mencionados problemas de sonido de La Riviera, y lo que fueron mejorando «Curl of The Burl» y «Bedazzled Fingernails» según la cosa avanzaba. El resto de estos tres cuartos iniciales de set vinieron directamente de «Blood Mountain» con especial mención a la dupla que formaron «Capillarian Crest» y «Colony of Birchmen». En general supieron mantener el clímax con un repertorio bien equilibrado y variado.
La redención final de Mastodon en sala llegaría en un tramo final de set verdaderamente descomunal, alternando temas de «Leviathan» y los dos únicos que sonaron de «Remission». Las guitarras introductorias de «Aqua Dementia» nos decían hola con timidez justo antes del estallido de decibelios y voces guturales. El headbanging se había ya instalado en las primeras filas, pero luego seguir con la melódica «Crack The Skye» paró un poco la escalada. Poco duró, porque el remate por todo lo alto con una selección que incluía en riguroso orden una «Where Strides The Behemoth» empobrecida por lo poco que se escuchaban las voces y un sensacional grupo impagable que nace de la unión de «Iron Tusk», «March of the Fire Ants» y «Blood and Thunder», con las voces aún poco nítidas pero con el público ayudando a corear todos y cada uno de los berridos. Si decíamos que el público había permanecido tranquilo y respetuoso disfrutando cada nota, con este set de tres canciones unidas la gente enloqueció como merecen estas obras de ingeniería metalera.
El cierre llegó justo en el polo opuesto, con la nueva y tranquila «Creature Lives» y con Red Fang ayudando con los coros. Un final de rock progresivo que nada tuvo que ver con la apisonadora que apareció en escena momentos antes.