Dice el dicho que quién mucho abarca, poco aprieta. Esto – como las estadísticas futboleras – están para romperse, aunque en este caso no consiguieron salir airosos Cedric, Omar y su The Mars Volta group.
Ante todo, perderse el «Roulette Dares» inicial por la ecuación aparcamiento + cola para entrar no es un buen inicio. Ya es mala suerte que justo ocurra eso el día en que no hay teloneros, pero hay que resignarse. Ya con «Viscera Eyes» empezada vimos una sala a medio llenar, con un grupo en semicírculo encima de un escenario decorado como cualquier artwork del grupo. Dentro del semicírculo, evidentemente: Cedric y Omar.
En realidad, Omar estaba ahí mas para ejercer como director de orquesta. Algo así como el capitán del equipo. Cedric, por su lado, se comportaba más como el solista o como el jugador individualista. El resto de gregarios, en su sitio siempre, supieron sacar lo mejor de las piezas de su gran nueva obra «Bedlam In Goliath». De hecho hicieron uso desde el principio de algunas de las mejores piezas del mismo («Viscera Eyes», «Wax Simulacra» y «Goliath» por ejemplo) con una solvencia magnífica y unas improvisaciones mucho mas cuidadas que las que luego vendrían. El grupo (Cedric y Omar excluídos de esa denominación) quizás fue en este inicio el que se mostró mas cómodo mientras Cedric hacía gallos aún estando mucho mas quieto que lo normal.
El bache del concierto llegó en el ecuador del mismo, en el cual la banda al completo se empezó a sacar enormes jams en torno a canciones que de por sí valían y mucho. No es que no sean brutalmente alucinantes cuando se ponen a improvisar, pues al final consiguieron salir del enorme bache con una improvisación mucho mejor llevada a golpe de saxofón, percusión y un Cedric mucho mas despierto. Pero antes tuvimos que pasar por aburridísimos tics de baterías basados en huecos llenos de redobles de bombo, Omar Rodriguez-López en tierra de nadie y reinvenciones tan aburridas como la de «Tetragrammaton». Como decíamos, no es fácil llenar casi 3 horas de shows con improvisaciones monótonas.
Afortunadamente, la cosa mejoró y el show de Cedric lució mucho más mientras sonaban piezas tan grandes como «Aberinkula» o sobre todo «Drunkship Of Lanterns», con caja incrustada en la cabeza y visita a las primeras filas incluida. Omar terminó de engancharse y de dirigir lo suficiente al resto de la banda dejando una recta final bastante espectacular, también ayudada por un set acústico con «Miranda» y con una emocionante «Asilos Magdalena» con el público a coro. El final a la velada ácida-mejicana lo puso «Day Of The Baphomets» en el que de nuevo las improvisaciones y el ritmo sacaron la mejor cara de The Mars Volta.
Un show para nada perfecto, pero muy generoso con los fans (en duración y en entrega). Probablemente las nuevas piezas en el grupo tienen que encajar mejor – especialmente, la batería, que iba sobrada de técnica – para poder verles sin flaquear tanto.