Pocas propuestas en directo podrían cuajar así de bien en un entorno circense como el del teatro madrileño Circo Price. La enorme, cilíndrica y moderna Pista Central no tiene un gran exceso de eventos musicales a sus espaldas (o al menos no en los terrenos de juego en los que nosotros nos movemos), pero con el concierto de Marlango probablemente se inicie un proceso habitual para conciertos, debido a una capacidad similar a La Riviera pero en ambiente mas íntimo y menos abierto.
Hablando de ambiente, precisamente había una banda altamente recomendable para caldear el del concierto del Circo Price. Los jovencísimos No Reply (no, el grupo de punk-pop facilón, ¡No!) dijeron que no habían tenido tiempo suficiente para probar (podemos confirmar desde aquí que iban con el tiempo pegado los pobres) un engranaje tan difícil como el de un sonido basado en el swing, el jazz libre y divertido. La eterna cantinela del grupo que tiene que apechugar con un público algo escaso y descentrado tuvo aquí uno de los mejores ejemplos posibles. Al menos en principio, por que el buen hacer de los chavales terminó metiéndose en el bolsillo con una escasa actuación de diversión, vigorosidad y viveza musical. Matices que hacían a uno acordarse a partes iguales de orquestas swing como la Brian Setzer’s Orchestra – meritorio siendo sólo cantante, batería, bajo eléctrico, guitarra eléctrica y tres vientos – o de propuestas nacionales de tanta exquisitez como las de Dead Capo o sobre todo Racalmuto. En breve sacan disco, y será una oportunidad de oro para oírles sin ecos, sin graves saturados y con un sonido en general en condiciones (aunque hacia el final, el sonido de la banda tornó a bastante comestible).
Con el recinto aún por llenar y planteándose como tanta gente llegá a un concierto sobre la bocina se observaban diversos tipos de público entre todo el respetable: desde la pareja de jóvenes de pose fácil y escaso conocimiento sobre Mark Lanegan (que sonó de hilo musical antes de que salieran a escena) hasta el grupo de poppies que saben lo que es disfrutar de Radiohead tanto como de la propuesta de Marlango. De hecho, la propuesta de Marlango en directo bien podría definirse como algo a medio camino entre los Radiohead mas terrícolas de «Pablo Honey» con el Lanegan del «Field Songs» que apenas susurra (de folk americano ni de rastro, claro). Algo así como hacer un concierto calmado, callado, de mucho matiz pero a la vez abierto por momentos a la algarabía, al pop de estribillo fácil y a la simpatía de la gente que demuestra honestidad y cercanía aún subido encima de un escenario (ahí es inevitable acordarse doblemente de Leonor).
El concierto eso empezó sobre todo basándose en lo primero. Aunque «Never Trust Me» no fue precisamente un buen inicio (o si, por que la mitad final del tema fue tremenda), en seguida salieron a relucir las virtudes pop de «The Electrical Morning» con las piezas londinenses «Walkin’ In Soho» o «Mind The Gap» capitaneadas por una estupenda Leonor. Aún mayor lucimiento de la propia actriz cuando apareció a escena Jorge Drexler a colaborar con el grupo en una pieza tan clave de su repertorio, «Pequeño Vals», que a pesar de la buena intención del oscarizado compositor uruguayo quedó ampliamente destrozada en sus estrofas para alzamiento de la parte de su amada Leonor. Después, Suso Saez apareció guitarra en mano para mostrar la cara más oculta y oscura del grupo. «Sink To Me» fue esa canción que quizás no pega tanto entre la inmediatez del nuevo disco, pero que sobresale mucho en directo. Todo lo contrario que «Hold Me Tight», que a pesar del jolgorio que causó entre los asistentes está entre lo peor del repertorio del trío que retomó en el ecuador del concierto una vibrante «Shout» para continuar con la escasa presencia de obras de sus dos primeros discos.
El final del set pasó entre la calma de «Silence (In This Area)» o «I Do» con Leonor completamente crecida por el escenario, venciendo su timidez y conquistando a todos definitivamente con una pieza tan sencilla como grande en directo. Hablamos de la cara b «The Love Song», que fue el detonante final de un fin de concierto que acabó en «Once Upon A Time», una de las pocas piezas de su primer disco.
Al final una «Dance, Dance, Dance» con un Drexler mas acertado y un par de versiones dejaron un sabor de boca entre dulce de la improvisación final y la enorme amargura de no haber repasado lo mas glorioso de su set, especialmente “It’s All Right”. Esto merece capítulo aparte, aunque sólo sea por dejarnos ir con una sonrisa en la boca.
Eso sí, en unos meses les tenemos de nuevo en el Gran Casino de Torrelodones. Quizás sea la mejor oportunidad de darnos lo que no nos dieron y mantener al gran chanante Julián López entre los colaboradores de la noche (salió a tocar la tuba).