En apenas un año, Lüger lo han conseguido. El 15 abril del año pasado llenaban la sala El Sol en la presentación de su primer disco y ahora, con el segundo a punto de caramelo, registran actuación tras actuación con buenísima entrada. Ni que decir tiene que su paso por Primavera Sound de este mes de mayo va a ser clave en el devenir del grupo, porque aquí tenemos mucho talento.
La pega de su concierto en Ramdall fue claramente el tema del horario. Afortunadamente pudimos ver por fin un repertorio bien largo de ellos, pero es una pena tener una banda de la envergadura de Ginferno haciendo un concierto de poco tiempo y ante tan poca gente. Se había avisado del tema de los horarios, pero es complicado poder estar tan pronto, sobre todo cuando lo habitual es que los conciertos se retrasen siempre. Tenemos todos que hacer que vaya cambiando el chip, por el bien de todos.
Con todo esto volvieron a demostrar que son verdaderamente únicos en su especie, aunque no estuviéramos ante el mejor concierto que les hemos visto. Parece ser que el nuevo saxofonista no pudo estar, el bajista Javier tenía un dedo herido y hasta se hacía muy raro ver a su baterista con un formato al uso con bombo incluido (no os preocupéis, era de Lüger y no se uso durante Ginferno…). Tenemos muchas ganas de enfrentarnos a su nuevo disco, aunque estamos muy familiarizados ya con temas cómo «Alhambra Toy Store». Concierto de presentación en formato largo pronto, por favor.
Lo de Lüger de después fue un verdadero aprovechamiento de las condiciones acústicas de Ramdall, que si bien tiene una disposición algo rara del escenario, hace disfrutar de un sonido excelente en las primeras filas. Primero tiraron de sitar para ir presentando todos los temas nuevos que nos van a ofrecer en su próximo trabajo, con apenas tres recuerdos al pasado: una sublime «Die Sonne muss untergehen!» en clave atronadora, una rítmica «La Fin Absolute Du Monde» y una versión algo alocada de la habitual «Swastika Sweetheart». No, no hubo «Why Should I Care?» o al menos no lo recuerdo yo.
Las líneas generales de los nuevos temas parecen continuar en torno a lo que supuso el primer trabajo, pero parece que se alejan un poco de ese aire alemán-kraut para divagar un poco más en otras vertientes: space-rock de unos Hawkind más concisos, de rock progresivo mucho más cercano a crear canciones, mucha más potencia de guitarras…
Como decía al principio, han conseguido ser la banda madrileña de rock progresivo que más nos gusta… Como poco.