/Crónicas///

Lostprophets – Madrid (21/06/2004)

Watkins, M. Lewis, L. Gaze, S. Richardson, M. Chiplin, Olive
7.0
Arena, Medio Lleno
Precio: 18 €

Lostprophets son una de las banda señeras en cuanto a metal alternativo se refiere de las islas británicas, y como todo lo que viene de allí, con el más que esperanzador álbum de debut en 2001, «The Fake Sound of Progress» ya se encargaron de magnificarlo. Este año han lanzado «Start Something» en donde ya han confirmado con creces todo lo apuntado en su primer álbum: que son una banda de muchísimo futuro y a la que habrá que tomar muy en cuenta, si no se ha hecho ya. Lostprophets practican una música que navega entre dos aguas, por un lado toda la corriente Nu Metal de grupos como Deftones o porque no decirlo, Linkin Park y una vertiente más gamberra que los haría emparentarse con grupos como Glassjaw o Backyard Babies, sin olvidar los que son en este momento los dos referentes más claros de la banda, Faith No More y más claramente, Incubus. El resultado está en la línea de grupos actuales como Hoobastank, Thrice, Hundred Reasons, Finger Eleven … que sin duda son una de las corrientes más atractivas que nos ofrece el Rock/Metal actual.

Después de que tuvieran que cancelar lo que iba a ser su desembarco por primera vez en la capital por los desgraciados sucesos acaecidos el ya fatídico, 11–M, no era cuestión de perderse el concierto en una sala pequeña como la Arena de una formación con tanto futuro. Era una oportunidad muy buena de ver al inicio de su carrera a una banda que ocupará una gran posición en los próximos años, pero que de momento, no están los suficientemente corruptos por las mieles del éxito, como para ofrecer conciertos tan fríos como los ofrecidos últimamente por las grandes bandas tipo Red Hot Chilli Peppers. Y bajo esta premisa, pagué gustosamente los 18 euros que costaba la entrada, esperando un derroche de actitud y ganas sobre el escenario, aún a sabiendas de que a la hora a la que comenzaba el concierto (21:30 h.) y la sala en la que se llevaba a cabo, auguraban que el concierto no iba a durar más allá de la hora.

El concierto empezaba con poco más de diez minutos de retraso, después de que nos pusieran de música de ambiente al bueno de Mark Lanegan, con un publico que mayoritariamente rondaba la veintena de edad, que apenas llenaba media sala. Como siempre algún chaval no se había enterado que con menos de 18 ni de broma, entras en la Arena, por lo que había gente con cara de pocos amigos en la puerta. En ese plan irrumpieron los seis músicos de Lostprophets encabezados por Ian, y a pesar de lo gélido que estaba el ambiente por el aire acondicionado puesto a todo meter, les costó escasos momentos ganarse al público con lo que fueron los primeros acordes de la canción que por pura lógica tenia que abrir el concierto: «We Still Kill the Old Way». El grupo desde un primer momento salió perfectamente acoplado con la voz de Ian, perfectamente afinada desde el principio. En la primera parte, totalmente trepidante, se sucedieron canciones como «To Hell We Ride», «The Fake Sound of Progress» (aclamadísima por el público) o «Last Train Home». Se confirmaba lo esperado, derroche de actitud y de ganas, aunque algún miembro de la banda quizás exageraba demasiado como el bajo, tocando por la espalda, pero transmitiendo que verdaderamente estaban creyendo en lo que estaban haciendo.

Después del inicio el concierto cayó en intensidad, con canciones como «…And She Told Me to Leave», y el propio Ian me pareció en algunos momentos perdido y en algún momento no me sonó la música muy acoplada. Tuve miedo de que el concierto hubiera caído en ese momento, pero después de que Ian se volviese a lucir con «Hello Again», el concierto, después de una pequeña parrafada que sustituyo al tiempo en que la banda sale para ejecutar los bises, que no hubo, el concierto volvió a despegar en la parte final en los cuatro o cinco últimos temas, en las que toda la gente que estábamos en la plaza entramos a poguear, incluyendo chicas. En esa fase cayeron canciones como «Start Something», mi favorita de la banda, «Sway» y la canción que mejor sonó de todo el concierto, «Burn, Burn» y que fue utilizada muy inteligentemente para cerrar el concierto y dejar un buenísimo sabor de boca, salto incluido del cantante sobre el público, en el que perdió la gorra, e increíblemente, ¡se la devolvieron!, con un gesto de evidente satisfacción por parte de su propietario.

El concierto anduvo por una duración de una hora corta, y como ya he dicho, en torno a quince minutos, estuvieron por debajo del resto. Está clarísimo que con el repertorio actual esta banda, en formato cuarenta minutos, teloneando a cualquier otra banda, ahora mismo le pueden arruinar la noche a cualquiera de los grandes, pero por el momento, para mi gusto, todavía les falta un disco para dar un concierto completo de una hora, y un poco más para dar conciertos de una duración más respetable. Pero eso sí, apuntaron muy buenas maneras, demostraron saber ganarse al público y por lo visto en la sala poca gente salió decepcionada.

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21 de junio de 2004