Laibach son una banda con unos cuantos añitos ya. Comenzaron en el año 1979, tomando su nombre, Laibach, del nombre tradicional en alemán de la capital de Eslovenia, de donde proceden, Ljubljana. Desde el principio provocadores natos, aparecieron en escena con uniformes alemanes, recordando la ocupación alemana de su país y se manifiestan como un grupo político, rebelándose contra la estructura política de su país en aquellos tiempos, por lo que se prohibieron sus primeros conciertos. Yo personalmente animo a la gente a conocer más de este grupo a parte de su música, porque no tiene desperdicio y no es cuestión de comerse toda la crónica relatando todas sus andanzas. Su música se basa en temas propios o en la conversión de temas clásicos del rock pasándolos por el tamiz del industrialismo, añadiendo coros de reminiscencias wagnerianas y dotando a toda su música de cierto goticismo. Este era su primer paso por nuestro país desde su formación, y por 18 euros no era cuestión de perderse esta única posibilidad de verlos, por la capital.
En Madrid, el concierto fue en la Sala Copérnico, una sala de tamaño reducido para aproximadamente unas 500 personas. Cuando llegue justo para empezar el concierto no habría más de 50 personas y encima ninguna había bajado al escenario. El público la verdad es que no tenía desperdicio, pintillas góticas e industrialitas, 98%, un perro del infierno con su novia que no paraba de hacerse fotos, dos gafapastas extraviados (uno yo), tres o cuatro frikies vestidos para la ocasión con trajecito militar, dos con corbata que salían del curro y los únicos rapados que había (algún descerebrado estos de ultra-izquierda, que no saben lo que significa la palabra “provocación” en el rock, había anunciado el concierto como una reunión ultraderechista) eran dos con pinta de ser de la tierra de los Laibach, pero que tenían más visos de haber salido del próximo gimnasio de Andrés Mellado que de ser cabezas rapadas. El caso es que el concierto no empezó hasta las diez en punto, momento en el que ya habría media entrada en la sala.
Los Laibach, salieron sin saludar, con cierto aire marcial, y sonaron los primeros sonidos de B Mashina. La voz de Milan Fras desde el principio, clavada a lo que suena en disco, imponente, como la canción en sí, pero tanto el espectáculo como el público, bastante frío, sobre todo porque los cinco componentes iniciales del grupo no llenaban visualmente, y se hacia notar más que las voces orquestadas iban pregrabadas. Eso sí, el guitarrista que estuvo muy bien toda la noche, clavo las distorsiones finales del tema. Esa fue la tónica general de la primera parte del concierto, donde sonaron temas como In the army, God is God y Alle gegen Alle. Milan salió del escenario para que la banda tocara un tema instrumental, que sirvió de separación, a lo que para mi ya fue otro mundo de concierto.
Apareció Milan arropado, esta vez sí, por las dos percusionistas-coristas-animadoras, y sonaron los primeros bits de Tanz mit Laibach. En ese momento pareció que el público despertó de su aparente letargo, y con las dos chicas moviéndose con aire marcial, adornadas con gorros militares, el concierto ya tomo verdadero cuerpo (y que cuerpos!!!). Siguió Du bist Unsere y luego Now you will pay, con lo que continuó la comunión público escenario. En este punto se hizo un repaso amplio, al W.A.T., sonando aparte de lo mencionado, Hell: Simethry, Das Spiel ist Aus, Achtung. Entre medias de este bloque volvió a sonar otro tema instrumental, en el que las chicas aprovecharon para tomarse un respiro y volver luciendo trenzas estilo bávaro. Esta gran parte del concierto la cerraron como no podía ser de otra manera, con W.A.T. Sonido espectacular, voces y efectos clavados, animación entre la gente que estábamos, aparte de lo bien utilizada que estaban las proyecciones en segundo plano para ofrecernos el vídeo de apoyo de Tanz Mit Laibach, imágenes de vuelo, el Achtung! impreso, todo ello acompañado de buenos juegos de luces, y de los movimientos y simbolismo del movimiento de las dos chicas, mucho mejor que ver moverse lentamente a Milan.
Nos hicieron esperar un ratito, y volvieron al ataque con la reposada Mama Leone, con las chicas armadas en esta ocasión de platos. Luego ya se intuía que nos iban llevando hacia el final del concierto, cuando tocaron Simpathy for the Devil, bien acogida por el público, y en el que las guitarras que al principio tuvieron su momento, y que estuvieron muy apagadas (lógicamente) en el repaso al WAT volvieron a tomar protagonismo. Las chicas en esta parte llevaban el pelo suelto, que durante la fenomenal Geburt eine Nation, lanzaron al aire. Casi se me ahoga la de la izquierda con lo pelos enredados en el micrófono. Luego al final y con toda lógica sonó Life is Life (en inglés, prefiero yo, Leben heisst Leben, pero bueno) como despedida. Abandonaron el escenario, como habían entrado, sin mirar ni siquiera al público, cuando estaba sonando Wir tanzen ado Hinkel – retícula mix, que nos dejaron puesta entera para acabar el concierto, ya sin músicos en el escenario.
Muy buen sonido desplegaron los Laibach, superando lo escuchado en disco, pero la verdad es que sin las chicas en el escenario pierden bastante fuerza, aunque en los temas instrumentales la verdad es que lo bordan. Milan lució cruz en el pecho, recordando a sus clones alemanes y la verdad es que el tío emana carisma, pero no conecta verdaderamente con la gente. Pero cuando se meten más por rollos electrónicos, con los siete miembros de la banda en escena, con la pantalla, los juegos de luces, encima en una discoteca como la Copérnico, el que no se mueve es que no tiene sangre en las venas. Bastante buen concierto, aunque yo, la verdad, esperaba una puesta en escena más llamativa, y sólo en eso salí decepcionado, porque lo que es por sonido y lo que puedes esperar de lo que ofrece la música de Laibach, salí del local perfectamente satisfecho. Eso sí, las doce menos veinte eran y ya se habían acercado dos municipales a desalojarnos… no sé si por el ruido, o porque alguien había anunciado que había una “peligrosa reunión de naci-comunistas”. Muy enrollado Gallardón, pero a los de los conciertos nos siguen dando por saco.