Entre la lluvia primaveral tocaba refugiarse en la sala Azkena para asistir a un concierto de rock y metal, de dos bandas que pueden confluir en ciertas partes hard-rockeras o stoner, pero que en general se encuentran en extremos muy diferentes del rock.
Sisha Pangma ejecutaron con ganas su hard-rock con pose auténtica, bastante de los 70, un poco de los 80 y algo menos de los 90. Entre el rock melódico y los ramalazos stoner, eché en falta las dosis de psicodelia que un bautizo como el suyo parece sugerir y pudimos ver a la típica banda que toca muy bien, que se lo cree y que se divierte sobre el escenario. Pero que aporta poco nuevo en forma de canciones, recordando en casi cada momento a partes de cosas ya escuchadas. De hecho «Love Removal Machine» de The Cult con la que finalizaron su setlist fue el mejor momento del concierto. En lo personal, tampoco he sido nunca muy partidario de este tipo de rock en castellano, ni bandas como Uzzüahia, a la que me recordaron, son de mi especial predilección. También hay que decir que la definición de sonido dejó un tanto que desear y les hizo sonar más planos de lo que, tal vez sean capaces.
Rhino juegan en otra liga. Tres discos ya avalan su doom metal con rasgos que van del thrash al grunge y es indudable que son una apisonadora en directo, dato que el trío confirmó de nuevo. Y todo ello pese al look de rockstar ochentera que nos traía el cantante, lo cual, junto a sus desafortunados comentarios que mayormente ni se entendían y cuando lo hacían no tenían gracia, hace pensar que desde luego, si hay quién defiende que el heavy metal es estética, padece en ocasiones como esta un principio de masoquismo agudo.
Centrándonos en lo estrictamente musical, la banda, ahora Horn of Rhino, empezó despachando temas de su último álbum como «Speaking in Tongues» o «Throats in Blood». La fórmula conocida, impacto instrumental, épica en el sentido más bestia y garrulo del rollo metálico, momentos para que el cantante muestre una voz, que, sin desmerecer todo el trabajo instrumental es la piedra de toque del trío, en fin, todo rozando la perfección en ese sentido. En definitiva el trío hizo las delicias de sus fans y, viendo su solvencia, da pena que muchos aficionados al heavy metal no se acerquen al doom porque en el caso de Horn of the Rhino seguramente podrían atraer a mucho oyente más «clásico».
En cuanto a setlist se despacharon muy a gusto con temas de los 3 discos, tanto que personalmente me sobraron uno o dos temas de prolongada brutalidad, cambios de lento a rápido, bajos retumbantes y bombos a la máxima potencia. Y eso que se agradecieron dos detalles sin los cuales la sensación de monotonía habría sido mayor y que son muy de apreciar en una banda de metal. En «Sovereign» contaron con la colaboración de un teclista, pero más tarde en «Temple» hizo lo propio un saxofonista, arreglos que de verdad se agradecen enormemente en directo. Como digo los comentarios del cantante no quedaban muy claros pero me pareció que el primero era de los Cherry Boppers y el segundo de Mamba Beat, formaciones bilbaínas muy festivas y de lo más alejadas en sonido.
Aunque la arena del Azkena era pequeña, el trío triunfó como si de gladiadores se tratara y desde luego parece lo suyo que exporten la fórmula todo lo que puedan; su música y su directo tiene tirón pero aquí el techo ya está alcanzado.