El frío y la lluvia, persistente en Sevilla desde hace semanas, además de un buen número de conciertos celebrándose a la vez en otras salas de la ciudad, hicieron que temiéramos por la afluencia a una interesante noche de rock en el Fun Club, a cargo de los gallegos Holywater, que venían presentando su quinto disco “Wasteland”, y sus teloneros Kenedy.
Finalmente, los sevillanos subieron puntualmente a las diez ante un público que superaba el medio aforo, compuesto en una buena parte por colegas y amigos fieles a la banda, habitual de Fun Club y a la que ellos mismos llamaron ‘su casa’. Presentaron las canciones de su último EP “2013” no sin cierta dificultad, ya que el cantante reconoció que se encontraba algo afónico y que el teclista tenía fiebre.
La calidez de la gente y su entrega hicieron que su indie rock sutil y preciosista sonara bastante bien, enriquecido por las armonías de la guitarra acústica y el teclado. Jugaron con la batalla ganada, pero aún así agradecieron a sus teloneados por elegirlos como teloneros y se mostraron visiblemente emocionados. Siguen para arriba.
Holywater ya llevan una década pateándose escenarios, y se comprobó que tienen dominado el asunto. Arrancaron con “Grow Deaf With Silence”, primer tema de su notable último disco, con mucha garra y a partir de entonces no bajaron el listón en cuanto a la interpretación de su poderoso rock alternativo muy 90s. Sonaron otros temas de gran calado como “Brave, Free” o el tema título de su nuevo disco, intercalados con canciones del anterior, “The Path to Follow”, y otros más calmados como “Dive in Time”.
Sin apenas ningún problema técnico, salvo con la voz al principio, los de Lugo no se amilanaron ante el vacío justo frente al escenario que quedó tras marcharse los fans de los teloneros (el peligro de tocar tras banda local), que no llegó a cubrirse del todo pese a la insistencia de su locuaz bajista. Pero lejos de echarle hierro al asunto, cuando tocaron algún tema antiguo de sus primeros trabajos, se lo dedicaron a la banda sevillana, desatando ya el jolgorio en el final de un concierto de poco más de una hora que acabó con tormenta de distorsión. Como debe ser.
Fotos: BlueShot