Tras pasar por dos conciertos diferentes (en Madrid, triunfal, en Barcelona un poco más frío), la exclusiva gira de Hell is for Heroes por la península recalaba en Bilbao un domingo, lo cual siempre es inconveniente. En todo caso la temprana hora convocada, dos buenos teloneros y lo céntrico de la sala hacían prever una más que buena noche antes de volver a la rutina laboral.
El primer inconveniente fue la hora de comienzo, que se retrasó casi una hora no ya de comienzo, sino de apertura de puertas. Así mientras ya una pequeña multitud estaba congregada a las puertas, se pudieron escuchar las pruebas de sonido de las 3 bandas. Pronto se vería salir al grupo inglés con sus bártulos supongo que al hotel y a cenar, con lo que ya se preveía espera larga. Al parecer fue cosa de la parsimonia del técnico de sonido de la propia sala.
Cuando abrieron las puertas, Cordura estaban preparados para tocar y no se demoraron más de lo que tardó la gente en entrar en la sala. Dieron un concierto rápido y tocaron los primeros ya que su cantante se iba de vacaciones esa misma noche. Su como digo corto setlist fue más o menos al 50% temas nuevos y viejos. Ya a clásicos nos suenan «Un nudo en la garganta», «Un día para volver la vista atrás» o «Consumiendo insatisfacción». Entre los nuevos temas pudimos ver como ahondan en la variedad, oscilando entre el post-hardcore e incluso con un tema cuya base sonaba casi a pop ochentero. De hecho los sintetizadores parecen siendo importantes en el presente-futuro de la banda. Aunque se caracterizan por ser una banda que mueve al personal, lo tuvieron bastante difícil, aunque después de ver el papelón del grupo principal, tampoco parece muy reseñable dato.
Llegó después el turno de Maderacore, una banda menos rodada con sólo un (muy buen) EP. Estaba claro que este concierto era para ellos una gran oportunidad y congregraron a una amplia base de amigos-fans que a la postre se vio que componían el grueso del público de la noche. Lo hicieron muy bien, su bautizo hace honor a esa mezcla de intensidad hardcore con música acústica y orgánica, aunque las comparaciones con Standstill estén demasiado presentes. Es sin duda una música con mayor componente mediterraneo que el que se espera de una banda de Bilbao. Simpáticos con un público como decimos muy amigable, incluso hicieron acompañar de palmas «Diáfana de la Botella», tal vez su mayor himno sin desmerecer a «Mil Partes» o la más «core», «Ropa Mojada».
Finalmente llegó la hora de Hell is For Heroes y cual fue la sorpresa al ver a un público mayormente pasivo, estático… respetuoso pero revelando la insospechada verdad de que el quinteto londinense resulta bastante ajeno al público bilbaíno. En cierto modo me esperaba cierta indiferencia a sus temas más recientes, pero no sólo apenas se notaba un cambio cuando recurrían a su vibrante primer disco sino que apenas se escuchó un alma cuando sonaron las notas iniciales de su gran hit «I Can Climb Mountains». Debieron pensar que los vascos no tenemos sangre.
Y no fue porque su cantante no lo intentara, jugándose la integridad para saltar al techo, engancharse de una barra y cantar boca abajo, haciendo el pino contra la batería y con numerosos bailes que deberían haber bastado para caldear el ambiente. Además el setlist, equilibrado entre sus tres discos tuvo mayor componente del primero del que yo pensaba, recurriendo a «Night Vision», «Three of Clubs», «Five Kids Go» o «You Drove Me To It», entre otras, que sonaron como un tiro y con cuyos riffs unos pocos vibramos. Ni siquiera eché en falta «Out of Sight» hasta que el concierto terminó.
Si bien es cierto que su tercer disco no me acabó de convencer, en directo pese a reconocerse el toque más épico, «Into the Blood», la cuasi-instrumental «To Die For» o la más calmadas e indies «Arcade» y «You’ve Got Hopes», que ponen el punto más emocional a su repertorio. Estas se acoplan perfectamente a nuevos himnos de la talla de «My Protector» o alguna rescatada de su olvidado segundo disco como «Kamichi» o «Folded Paper Figures».
Un poco corto concierto, aunque para su música, suficiente. No sé si lo tendrían preparado o no, pero ¿acaso la banda podía percibir que la gente se quedaba con ganas de bis? Así que culminaron con una meritoria versión del «Boys Don’t Cry» de The Cure que me da que la gente tampoco reconoció. En favor del público hay que decir que HIFH no toman el camino fácil y prefieren ocultar el estribillo en favor de la intensidad de la letra. Tras dejarnos con una enorme distorsión puesta, uno e los guitarristas volvió a salir y parecía que iba a haber bis, pero pronto salió el resto de la banda directos hacia el puesto de merchandising.
Resumen, una de las bandas más «mainstream» del rock alternativo moderno tienen que meterla en una sala mediana que ni se llena y encima gracias al público de los locales. Y esto en la era de Internet que cualquiera puede escuchar la música de cara a un concierto. Hay crisis, si, pero en la calidad del público del botxo.