Podemos decirlo bien alto. Future Islands son ya una banda de las grandes. Con un show a medio camino entre la teatralidad más impostada y el sentimiento más profundo consiguieron conquistar la atención de todo el respetable que había colgado el cartel de «No hay billetes».
Con ambiente de gran cita se divisaba importante cola para entrar a Joy Eslava incluso desde antes de abrir las puertas del recinto, entre otras cosas debido a que unos cuantos dependían de que en taquilla quedase todavía papel que vender. Así, los teloneros Celebration gozaron de una cantidad de público bastante más aceptable de lo habitual, aunque costó que su propuesta densa e íntima caláse del todo entre el público. La banda, también de Baltimore, sonó como unos Beach House terrenales pero lastrados por un sonido que todavía no se había ajustado del todo. Se nota que su fichaje por 4AD no es casualidad, porque el estilo y la ejecución lo tienen dominado.
Pasando ya al concierto de la banda principal de la noche, asumíamos que todo momento destacable iba a pasar por repasar su reciente «Singles», trabajo que los ha situado en un espectro mucho más orientado a canciones pegadizas que en su pasado algo más experimental. Pero, aunque evidentemente al sobrenatural líder Samuel Herring se le nota más espléndido en estos temas recientes, fue con una increíblemente sentida «Give Us the Wind» (de «On the Water») con la que arrancaron el concierto. En ella, la banda demostró lo que iba a ser la tónica del concierto: una banda sólida y aburrida detrás + un frontman que con sus bailes, aspavientos y muecas conquistaba la atención del show. A continuación, con «Back in the Tall Grass» y «A Dream of You and Me», la cosa ya se había convertido en un show tan genial como circense, protagonizado todo por el magnético Samuel: voces que cambiaban de melódicas a guturales, de bailes imposibles y de una fiereza exagerada (los golpes en el pecho sonaban hasta en el puesto de merchandising).
Con el brazo ensangrentado se despidió Samuel de escena, ante los impasibles caretos de sus compañeros de banda, para posteriormente volver a escena a interpretar otro par más de canciones. En ese momento la camisa del cantante se mostraba totalmente empapada en sudor, algo que nos hizo pensar en lo simbólico de que la formación no se bajó del escenario hasta que habían sudado del todo la camiseta. Así la propuesta más teatral y forzada de toda el año de conciertos madrileños se convirtió al mismo tiempo en una de las más honestas y reales de cuantos hemos visto en todo el año. No cabe duda que entre canciones tan redondas, un estilo fácilmente adaptable al público general y, sobre todo, el genial y divertido carácter escénico de Samuel Herring, lo de Future Islands parece ir muy para arriba.