Con la resaca y cansancio del día anterior en el Azkena Rock Festival de Vitoria-Gasteiz se hacía difícil y algo menos apetecible una actuación tan esperada como comercialoide (en estos dos últimos discos) como el caso que nos ocupa. Hablamos de Coldplay, la banda de Chris Martin, que una vez más salió a hombros en sus actuaciones por terreno ibérico.
Para abrir boca, Albert Hammond Jr. nos hizo eso: abrir la boca. Vamos, que el guitarra de The Strokes anda con buenas compañías entre los miembros de su banda, pero cuando el peso de una actuación debe caer en el la cosa se complica mucho. Su actitud algo descuidada y esas canciones que pecan de mediocres hicieron el resto.
El circo de Coldplay iba después y a decir verdad un servidor andaba expectante ante el espectáculo que iba a presenciar, pero mucho menos en lo que respecta a un repertorio que se olvida demasiado de «Parachutes» y «A Rush Of Blood To The Head». Al final, el set list no fue tan malo y el espectáculo tan espectacular cómo la distribución del escenario hacía prever.
Empezaron como «Viva La Vida», con «Life In Technicolor», a mi juicio lo mejorcito del propio disco. La gente estaba entregadísima y si ya con el tour de «X & Y» la reacción del público con ellos era de banda mega-grande, esto ya no tenía nombre. Y posteriormente con singles y mas singles ya es que tenían a todos en el bolsillo: «Violet Hill», «Clocks», «In My Place» (con paseítos por la pasarela de todos) «Speed Of Sound». Buenas interpretaciones todas ellas. Muy sinceras. Con mucha complicidad, algo raro siendo un asunto tan mastodóntico.
Después, en el repaso a «Viva La Vida» la cosa se enfrió bastante. Suponemos que es culpa de que este último disco no esta seguramente entre lo mejorcito de su carrera, por que en realidad «Cementeries Of London» o «Strawberry Swing» suenan muchísimo mejor en directo. Cómo un islote, «Fix You» intentó levantar el concierto con mucha menos magia que en el «momento farolillo» de la gira pasada.
La gran sorpresa, negativa, del concierto estaba por llegar. Cogen sus cosas, una batería electrónica y se ponen en uno de los brazos del escenario. Los que estábamos en el brazo contrario, nos aburrimos el doble, pero en general consiguieron amargarnos un buen rato cuando se sacaron de la manga destrozos enormes de «God Put A Smile Upon Your Face» y «Talk» en clave machacona-bakalaera. ¡Vaya bochorno! Nos quedamos sin una pieza clave en su discográfica como la primera y una de las mejores del «X & Y». «The Hardest Part» al piano dolió menos, pero unido a los posteriores devaneos acústicos y a los anteriores electrónicos dio un poco de rabia no oír como dios manda.
El rollo electrónico en realidad continúo. Primero «Viva La Vida» como un elemento hooligan (quién no tuviera en su cabeza los «ooohhh» de esta canción al irse a dormir no era humano) bastante resultón para rematar con una pena de «Lost!» excesivamente pregrabada. De repente, desaparecieron y esperamos los bises. La sorpresa fue que en seguida aparecieron en una de las gradas los cuatro, con sus correspondientes guitarras acústicas. Excepcional momento de espectáculo en toda regla que remataron con un «The Scientist» que aunque nos sonó mucho peor que en versión normal había que aplaudir. Igual que a Will Champion que se encargó de cerrar el «set de alturas» con la inédita «Death Will Never Conquer».
Sin ellos de nuevo a la vista nos volvieron a colar los «ooohhh» hooligans de «Viva La Vida» en versión Dance. Eso ya era una rave para todos los públicos más que un concierto de una banda de pop. Una banda pop que se permitía no sacar de la cartera ni un mísero tema de «Parachutes». Al menos, una inesperada «Politik» fue de lo mejorcito como siempre. Una de las canciones mas «Parachutes» del «A Rush Of Blood To The Head» nos dejó una buena sonrisa. Igual ocurrió con la dupla final que fue «Lovers In Japan» (con lanzamiento de millones de maripositas de papel incluido) y un «Death And All His Friends», que fueron probablemente lo mejor de «Viva La Vida». En serio, una mejora colosal con respecto al disco.
El bis esperado tenía que ser del disco innombrable, pero como les había dado tanto por la música machacona igual nos salían con alguna versión remezclada o algo del estilo. Menos mal que salieron y con las luces amarillas de siempre, intuimos que tendríamos «Yellow». Como siempre, genial interpretación. Muy sincera, a pesar de todo el mamotreto de luces y pantallas.
La cosa acabó ahí, dejándose una cantidad de canciones abrumadoras que deberían ser imperdonables para cualquier seguidor: «Trouble», «Shiver», «Don’t Panic», «Spies» o «Everything’s Not Lost». Claro, que como al 80% del Palacio de los Deportes les valía con ver su concierto anual nada les podría salir mal.
Uno de esos conciertos de estadio que tanto nos asustan a algunos, pero que hemos de reconocer que fue muy bien llevado y pensado por parte de los cuatro miembros de la banda. De hecho, tanto compararlos con U2 y a un servidor se le ocurre que hoy en día no se quién debería aprender de quién.