No era el concierto del Viernes pasado en el Palacio de los Deportes el más esperado por un servidor, ni son Blink 182 el grupo que más suenan en mi reproductor en pleno 2012, pero lo cierto es que para todos los que crecimos y vivimos nuestra adolescencia a finales de los 90´, la vuelta de Blink 182 era el guilty pleasure al que no pudimos evitar asistir. Una espinita clavada en nuestro corazoncito quinceañero que ha habido que esperar años y separaciones para podernos quitar.
Y para nada fue decepcionante la cita. Cierto es que ver a cuarentones haciendo chistes sobre mamadas, o sobre el tamaño de los huevos de unos y otros, no es la cosa más agradable ni erudita que presenciar, pero si nos quitábamos la careta de casi treintañeros, e intentábamos trasladarnos a los evocadores años en los que reíamos con ese tipo de idioteces, ya podíamos empezar a disfrutar de lo importante, la música, y en eso Blink se comportaron mejor de lo esperado.
Las críticas sobre sus directos nunca han sido especialmente buenas, y por todos es sabido que exceptuando a Travis en la batería, ninguno de los miembros del grupo es especialmente habilidoso ni con sus instrumentos, ni con sus cuerdas vocales. Esta vez sin embargo debieron tener una buena noche y quitando algún momento más bajo en las voces de Tom Delonge, el grupo rayó a un muy correcto nivel. Un sonido de batería potente y compacto de Travis que sonó al menos como se debía esperar, y un Mark Hoppus notable en actitud y ejecución, acompañaron con una muy correcta base rítmica al excéntrico guitarrista a lo largo de los quizás algo escasos 80 minutos que duró el show.
El grupo ofreció un set list muy variado en el que faltaron algunas piezas imprescindibles para los fans, y que tuvo que luchar con la evidente predilección del público por los discos pre madurez, si es que este término se puede aplicar a un grupo como ellos. La apertura con “Feeling This” fue una correcta decisión que demostraba que aquel homónimo e infravalorado disco de 2004, es una obra que el grupo tiene muy presente en su carrera. De este también cayeron “Down”, “Violence”, “Always” o “I Miss You”, todas ellas en la primera mitad del concierto. Si bien, no serían ellas las que provocarían los mayores delirios, siempre reservados para temas de sus primeros Lps como “The Rock Show”, “Man Overboard”, “Josie”o las espectacularmente recibidas, “What´s My Age Again” y “All The Small Things”.
Para los bises guardaron el show de Travis que interpretó una especie de jam en la que su solo de batería se alternaba con todo tipo de apoyos instrumentales cercanos al rap, el drum´bass, o el dubstep, así como el momento nostalgia total con «Carousel», de su primer Lp, o una rareza como “Family Reunion”. Eso sí, el punto álgido llegaría con la coreadísima “Dammit” que provocó el delirio en todo el público, ya fuésemos mayorcitos recordando nuestros años mozos, o parte de esa imperante chavalada de nueva generación, que hizo cola desde la noche anterior para coger sitio en un recinto que ni siquiera termino de llenarse.
De “Neighborhoods”, su último disco publicado en 2011, también tocaron algo, pero seamos sinceros, a quién le importaba eso…