Noche difícil la elegida por Blacanova para presentar su aún inédito segundo álbum, ‘Cómo ve el mundo un caballo’ (El Genio Equivocado). Y es que por un lado teníamos a Pony Bravo pasando de nuevo por el Central y llevándose, probablemente, gran parte de su público objetivo; a Marea en el Auditorio cogiendo a un buen puñado de casuales; y, lejos pero con un área de influencia que se extiende por toda Andalucía, al SOS de Murcia con Pulp en su única fecha española de 2012.
Así las cosas, no sorprendió que el cómputo final resultara en un tercio del aforo de Malandar, amigos y fans en buena medida, cuando hubiese sido lo normal que el sexteto sevillano hubiese convocado el doble o más en otras circunstancias. Una pequeña decepción, ya que Blacanova son indiscutiblemente una de las mejores propuestas surgidas en la ciudad en los últimos años, y la actuación de esa noche se preveía especial al ser el comienzo de su nueva gira.
Dicho y hecho, nada más entrar nos encontramos el Perro, símbolo de la mitología ‘blacanoviana’ al frente del escenario, y un par de pantallas en las que al poco comenzarían a proyectarse imágenes también acordes a su arte. Pudimos echarle además un vistazo al setlist a pie de micro y descubrimos que desconocíamos más de la mitad del repertorio. Noche de estreno total, en definitiva, como se pudo comprobar con los seis ya sobre el escenario poco después.
Sonó la primera canción, inédita, que no se alejó mucho de los parámetros conocidos: constante ruido de fondo, misteriosa atmósfera y juego de voces entre la dulce de Inés Olalla y la más doliente de Armando Jiménez. Tras la inauguración, el cantante, con brazo escayolado, hizo hincapié en el paradigma de aquella noche anunciando en broma que ellos eran ‘Pony Bravo’. Buena humor para quitarle hierro al asunto y centrarse en lo importante, la música.
Siguieron “Serie B” y “Los buenos días”, dos temas de su debut que sonaron excelentes tras ya años de rodaje, y “Checoslovaquia”, single y único tema de su nuevo trabajo que conocemos por ahora. A partir de ese momento, se impuso un paraje inexplorado y despacharon un buen número de canciones por conocer. Parece ser que no va a haber grandes diferencias a grandes rasgos con respecto a los temas de su debut; quizá se aprecie un pequeño acercamiento al pop y a estructuras más concretas, pero las señas de identidad de la banda se mantienen intactas.
Entre la nueva música y las impactantes imágenes que mostraban las pantallas (freaks de feria, fragmentos de películas mudas ignotas, extrañas criaturas) caímos en una especie de sopor bien entendido, algo irreal, del que salíamos de vez en cuando ante olas de noise surgidas de las guitarras y llamadas de Armando a la melódica, la cual le fue algo difícil de manejar debido a su lesión. Entre medias, hubo tiempo para estremecerse ante varios momentos de auténtica belleza, implícita desde un primer momento como siempre ha sucedido con la música del grupo.
Para la recta final, se guardaron “Un santo oscuro” y su ‘hit’ “Desgracia”, amén que aprovecharon para presentar al sustituto de José A. Pérez (ya a tiempo completo en I Am Dive) a la guitarra: Cristian Bohórquez, proveniente de las filas de Trisfe. Se despidieron con un tema más y comenzó la música grabada. No hubo bises. Nosotros nos quedamos con ganas de ellos, pero también de que aparezcan más singles y, en Septiembre, el álbum, para poder disfrutar por fin una y otra vez de estas composiciones que acabábamos de descubrir.