Tramo final del BBK Live arrancaba con unos clásicos del panorama euskaldun, rescatados en forma de homenaje para la ocasión. Ama Say son un grupo veterano que mezcla inglés y euskera en un rock alternativo muy noventero con influencias así a grandes rasgos de Pixies, el sonido de guitarras del grunge o el post-punk. Vimos a una banda en plena forma, disfrutando de estar encima de un escenario y escupiendo un eléctrico y muy efectivo repertorio que hizo las delicias de los más rockeros del festival. De los aficionados al rock alternativo, se entiende.
|Pasarela indie|
La esencia de los 90 se mantenía ya que llegaban después los desconocidos ingleses It Hugs Back. Esta banda de Kent es una de las más jóvenes apuestas del prestigioso sello 4AD lo que ya nos hacía esperar algo especial. En directo se mostraron a medio camino del power-pop melódico y eléctrico de unos Lemonheads (tal vez las pintas soft-grunge de su cantante influyan) y el ruidismo y experimentación de unos Sonic Youth. En una hipotética escala de interés también se situarían ahora mismo en un punto intermedio entre ambas bandas. Pueden prometer.
Acto seguido, actuaban en Kobetas unos de los totems del indie nacional más mainstream. Hablamos de Cycle, encumbrados gracias a su single «Confussion» (como era de esperar, reservada para el final), cuya cara visible, La China Patino llegó a presentar un programa en una televisión pública, etc. La banda supo hacer saltar a muchos asistentes, suponemos que más nacionales que guiris pese a que inexplicablemente llegaran a expresarse en inglés al dirigirse al público. Esta animación se fraguó gracias sobre todo a su cantante masculino, más que a las poses y movimientos ortopédicos de la citada China. Pero hay que reconocer lo limitada de su propuesta y es que los beats salidos de las máquinas de David Kano, mente maestra del proyecto ofrecían muy pocas diferencias entre tema y tema, aparte de que a tenor del volumen brutal conseguido, decidieron sacrificar matices por contundencia. Aún así, animaron bien la tarde que nunca es fácil en el escenario grande, donde pega el sol de lleno a los artistas.
Y nuevo bandazo estilístico el que nos llevó a la actuación de otros desconocidos, los norteamericanos The Phenomenal Handclap Band. Este octeto elabora un rock hippioso con mucho funky y psicodelia. Y dicho todo esto, dos chicas se alternan las voces, que con su inocencia y cuando los ritmos de bajo y sintetizador se acentúan recuerdan bastante a CSS, en versión comuna, claro. Difícil propuesta para abarcar en directo, no extremadamente festiva, pero entretenida.
Sí que esperábamos quizás algo más de Baddies, banda que supuestamente está llamada a comerse el mundo del rock indie británico. Al menos cuando saque su debut, que ya se sabe como gusta a la prensa británica aupar grupos con un par de singles. El cuarteto elabora un pop-rock furioso y desde luego sudaron la camiseta aunque el sonido no fue de lo mejor, lo que se puede suplir con la actitud de la banda, en especial como no de su cantante. La banda parece combinar la locura espasmódica de Devo con las guitarras de Queens of the Stone Age y melodías pop, por ponerlo a grosso modo. Post-punk o new-wave sin perder de vista la distorsión inherente al rock alternativo. Como a Supergrass, el escenario se les quedó también un poco grande, aunque el concierto fue de menos a más y habrá que tenerlos en el punto de mira.
|Electrónica peligrosa|
Pronto las medias tintas se esfumarían con la comparecencia de Asian Dub Foundation. El colectivo interracial londinense protagonizó uno de los conciertos de la jornada y sin duda, el que a más gente hizo despegar los dos pies del suelo. Es una banda en la que las piezas son reemplazables, pero nunca nos faltarán uno o dos MCs agitadores, uno o dos DJs que practican la guerra de guerrillas lo que junto a la base del bajo crea un cóctel molotov definitivo. Y eso que comenzaron ligeros y buenrollistas, pero según el concierto avanzaba fueron desgranando sus bombas de drum ‘n’ bass izquierdista, guardándose para el final su mejor arsenal, como es el caso de «Fortress Europe» que con sus seguidores saltando fue uno de los momentos del festival.
Les seguirían sus colegas rojillos de Primal Scream. Aunque la química de Bobby Gillespie y los suyos siempre ha sido más de la que se come que la que se inflama. Las drogas, tema recurrente del sonido Madchester del que son herederos quienes crearan discos tan vitales en la colisión de la electrónica y el rock como «Screamadelica» o «Xtrmntr». El primero apenas lo tocaron, aunque el segundo tuvo una amplia representación con «Sick City», el dance paranoide adornado con sirenas de «Swastika Eyes», «Accelerator», la psicodelia brutal de «Kill All Hippies» o la propia «Exterminator», especialmente arruinada gracias a la incompetencia vocal de Gillespie. Y no es que sea en disco un cantante virtuoso, pero quién sabe por qué extraña razón en directo no entona ni diferencia los tempos, sonando así su voz igual en un himno dance-punk como «Miss Lucifer» como en la irresistible espiral electrónica de «Shoot Speed/Kill Light».
Temas como «Country Girl» o incluso «Rocks» aunque esta por clásica se salva, chirrían en su repertorio sobremanera. Los temas de cariz más pop de su reciente Beutiful Future tampoco están a la altura sobre todo cuando apenas tocas tu disco más mítico (hablo de «Screamadelica», claro). Aún así el setlist fue bastante acertado e instrumentalmente cumplieron, la gran pega la lineal garganta de Gillespie que no parecía conocer ni el canto ni el susurro, sólo el fraseo.
|Brian Molko, el gran triunfador|
Y nuevamente, el cabeza de cartel en principio con menos caché se comió a los grandes. A muchos nos parecía que Placebo no era un cabeza de cartel para un festival con miras tan internacionales, pero al igual que hace tres años, el trío nos demostró que nos equivocábamos. Para dar un concierto mayúsculo ni siquiera tuvieron que recurrir a los imprescindibles clásicos de su primer y sobre todo segundo disco, tan sólo rescatando «Every You Every Me» de esta época y que para colmo sonó en la primera parte justo después de la primera traca de temas de su último disco, «Battle for the Sun».
Placebo nos tienen acostumbrados a confiar mucho en su último lanzamiento en directo y si esto ya era así en «Meds», ahora que van con nuevo batería tienen más razones, si bien su sexto disco no es tan sólido como el quinto. El caso es que entre ambos discos se ventilaron la mayor parte de un setlist apuntalado especialmente por «Black Eyed», «Meds», «The Bitter End» o «Special K». Sonido espectacular, buena entrega tanto del trío como de sus acompañantes en directo y público rendido ante uno de los grupos más grandes del rock alternativo actual.
Si el cierre de Basement Jaxx nos descolocó y el de Echo and the Bunnymen nos enfrió los ánimos, lo que nos hizo Fischerspooner es difícil de describir. Este dúo de productores electrónicos tiene por lo que pudimos ver un directo muy teatral, basado en la performance y en las coreografías, a modo de extraño y ambiguo cabaret actual. Así, nos olvidamos en buena parte de la hace unos años de moda etiqueta electroclash y nos concentramos en el desfile del escenario comandado por Casey Spooner que comenzó con un atavío que incluía una lámpara en la cabeza, como en la portada de su último lanzamiento.
La cosa prometía ser chocante, pero tampoco fue tanto como, según se derivaba de sus interminables discursos de ‘drama queen’ pretendía el frontman. Lamentablemente entre tanta pompa y rareza se perdía la animación que prometían dar sus temas en directo y así el dúo vio su propuesta incomprendida por un quizá no suficientemente cosmopolita o quizá no suficientemente esnob público bilbaíno. Sin embargo la radicalidad hasta el final de su actuación tras los bises e interpretar éxitos bien recibidos como «Emerge», cuando, muy probablemente como parte del show y no como enfado preguntó al público si quería otra canción para después despedirse con un «pues que os jodan». Extraño aunque memorable fin de actuación y de festival.