Han transcurrido unos diez años desde la primera vez que vi en directo a Berri Txarrak. Ya por entonces eran una banda con una trayectoria de varios discos y su nombre sonaba con fuerza en Euskadi. Poco a poco empezaban a sacar la cabeza en el resto de la península, si bien dificultades como la persecución de algunos medios de comunicación, o las amenazas de grupos neofascistas ante sus posibles actuaciones en ciudades como Madrid, nos impedían disfrutar de ellos con la normalidad y la frecuencia que a todos no gustaría y que cualquier formación merece. Puede que en muchos aspectos estemos aun peor que por aquel entonces, pero al menos para los de Lekumberri lejos han quedado esos tiempos, y hoy en día, cuatro discos después, Berri Txarrak pueden arrasar y llenar una sala de capacidad media-alta como ocurrió en la noche del sábado en Rockitchen.
Se trajeron para la ocasión a sus compañeros de Willis Drummond, y a priori, sí todo lo que había leído era cierto, no iba a quedar descontento con su potente y rabioso directo… Fue verles arrancar con esa actitud rockera de toda la vida y saber que efectivamente no me habían engañado. En unos pocos minutos me di cuenta de que estaba ante una banda que iba a defender de forma sobresaliente su directo. Con un sonido que a ratos goteaba posos del posthardcore Washingtoniano de base rítmica machacona e hipnótica, y que otras se iba coast to coast para dejar caer momentos más propios de las bandas de Seattle de los 90, animaron el cotarro con su rock sazonado en todo momento con la cercanía y buen hacer melódico propio del rock vasco de siempre. La banda euskalduna presentó así su tercer álbum “Instanteak” ante una audiencia agradecida, y bastante numerosa ya esas horas de la tarde, que demostró tener unas ganas enormes de buena música.
Para cuando salieron los protagonistas de la noche la cosa ya estaba ganada de antemano. Una sala llena, alguna que otra Ikurriña para ambientar, y muchas ganas de oír las nuevas canciones de “Haria” en directo, eran a lo que se enfrentaban el trío formado por Gorka, David, y su nuevo batería Galder Izagirre. Lo dicho ganado antes de empezar. Arrancaron la velada tal y como lo hace su nuevo disco, con “Sugea Suge”, “Albo-Kalteak”, y “Haria”, y para cuando quisieron tirar del primer clásico, “Izena, Izana, Ezina”, del magnífico Libre, ya tenían levantados los primeros pogos en las primeras filas. El tema que da título a su quinto disco, “Jaio.Musika.Hil”, abrió una parte central del concierto donde tocaron mayoritariamente temas de sus discos anteriores, siendo el propio “Jaio.Musika.Hil” el que tuvo mayor presencia en el set list. No faltaron “Payola”; la presentada entre sonrisas como «una canción del S.XX”, “Ez”; la muy coreada “Oreka”, que tuvo el “momento versión” que tanto gusta a Gorka en sus directos mediante la fusión con el “Sister” de The Black Keys; la siempre emocionante “Eskuak”; “Zirkua” con su arranque asesino; o la también potente “Berba Eta Irudia”. Para cerrar la primera parte se reservaron dos de los mejores momentos de su flamante nuevo disco, y tanto el caos desembocado en precioso estribillo de “Makuluak”, como la épica y estremecedora “Soilik Agur”, ponían el toque perfecto a una actuación que ya alcanzaba la veintena de temas a estas alturas. Pero quedaba más.
Para los primeros bises otros temas brillantes de “Haria” como “Harra” o “Iraila” terminaban por convencernos de que el nuevo disco de Berri Txarrak, y su nueva formación, cumplían con lo esperado de la mejor banda de rock alternativo de Euskal Herria, y seguramente de toda la península. Pero es que si el presente de Berri está más que vivo, a la que tiran de su pasado más exitoso el respetable enloquece, montándose así durante los segundos bises una auténtica batalla de carácter festivo gracias al himno “Denak Ez Du Balio”, y como no, a la siempre triunfante “Oihu”. Con Zorionak Zuri o Cumpleaños Feliz (según la procedencia de cada uno) incluido, cantado y coreado por todo el público al bajista David González, y el “Nightcall” de Kavinsky (canción tecnopop presente en la banda sonora de la genial Drive) sonando en la sala mientras la banda saludaba a las primeras filas, nos despedimos en un final digno de la gran actuación que habíamos disfrutado. Ver como diez años después la banda que con 18 años te cautivó aun lo sigue haciendo, siempre habla bien de la evolución de un grupo, pero observar que entre el público hay tantos que posiblemente estuvieron ese primer día contigo, como chavales de 18 que seguramente disfrutan por primera vez de Gorka y los suyos, no te puede hacer irte a casa más que sonriente y contento por saber que a Berri le queda cuerda para rato