Con nuevo disco volvían The Answer a Bilbao, me atrevería a decir que una de sus mejores plazas. La parroquia rockera de aquí suele ser muy fiel con los grupos que una y otra vez nos visitan y convencen y este es el caso. Ya sabemos todos que los norilandeses no tienen nada nuevo, no tienen nada original, invocan al revival sin ningún pudor, desde AC/DC a Led Zeppelin pasando por Aerosmith o sus abuelos, Thin Lizzy. Entonces, ¿por qué prestarles atención en esta época de tal saturación de grupos?
Algo de especial hay en una joven banda que se dedica a tocar la música típica de lo que en su día fueron rockstars de primer nivel, con una sencillez y una humildad que se centra tanto en las canciones. Aunque parezca tontería, esto se ve en las propias pintas del cuarteto, tan de andar por casa, totalmente ausentes de clichés. Su cantante y frontman, caracterizado por su larga melena canosa lucía una camiseta negra de manga larga que para colmo le hacía marcar algo de tripa. Por tanto, no van de molar por las pintas, no van de chicos guapos y tampoco de duros. Y eso, a los que estamos por la música, pues nos gusta y nos elimina sospechas.
Y es que ni siquiera van de especialmente carismáticos. Obviamente Cormac Neeson se comunica con la audiencia y crea una gran conexión, pero nada forzada, sin clichés y ni siquiera cuando el guitarra hace solos hace más del justo postureo que requiere el género. Y eso que son un apisonadora rock con todas las piezas funcionando a tope, con un motor en su esforzado batería y el bajista que suele cumplir el papel de segundas voces. El hecho de que toda la banda contribuya a labores vocales es también algo que siempre nos parece acertado y divertido de ver.
La banda centró el repertorio de forma notable en su último lanzamiento, que ocupó él solo como un 60% del concierto, demostrando su solidez y lo capaces que son de escribir canciones que calan tan rápido. Así abrieron con esos riffs de influencia tan Irish de «New Day Rising» y Cormac empezó a hacer gala de esa presencia sobre el escenario siempre en movimiento, imposible de mantenerse quieto incluso cuando no canta bien sea moviendo por el escenario o agarrando el pie de micro y sacudiendo su melena en pleno baile de san vito.
Pronto recurrirían a dos singles de su primer disco, vía las arolladores guitarras de «Come Follow Me» y su hit de cuando todos pensábamos que podrían ser un hype momentáneo, «Under the Sky». Pero hay que reconocer que sus temas nuevos son clásicos instantaneos, desde el «nanananana» de «Vida I Want You» hasta la arrolladora «Caught on the Riverbed» entre atropellados ritmos y épicos riffeos, una de las canciones con mayor despliegue guitarrístico. Su hard-rock siempre se mueve al filo del peligro. Coquetea con el AOR y el heavy metal, pero consigue no sonar rancio a base de alternar con momentos con más cargas en el blues o el toque southern, con Cormac haciendo uso de la armónica como «Trouble» acercándose más a la excelencia de The Black Crowes.
El momento tierno de la noche lo puso «Nowhere Freeway» en una versión calmada y semiacústica que promete convertirse en un clásico memorable al estilo de las épicas baladas de Aerosmith, por ejemplo. Una canción por la que tantas bandas de rock norteamericano pagarían por haber compuesto. A partir de aquí ya sólo les queda triunfar con Cormac dándose un baño de multitudes entre el público durante los aires de rodeo de «Preachin'», una de las más queridas de sus viejos tiempos. El cantante hizo cantar al público en varias ocasiones, dar palmas, el truco de agacharnos y levantarnos en un momento (un poco manido ya esto), en definitiva que dominó a los asistentes.
Entre la fuerza polvorienta de «Tornado» y la palpitante «Too Far Gone» tuvieron lugar sendos solos de bajo y guitarra en un ejercicio de género. Con el último tema directamente se ganaron la gloria y dejaron el escenario por todo lo alto con «One More Revival». No soy partidario de conciertos extensos pero en esta ocasión, sin teloneros y viendo la gran comunión con el público, esto sabía a poco. Es decir, esperábamos o bien un bis generoso de unos 4-5 temas o, en su defecto, un par de ellos, de duración más moderada. Pues ni una cosa ni la otra y es que la duración de apenas una hora y cuarto fue una mancha en un concierto impecable.
Pues hubo bis, no se hizo esperar, pero no fue lo extenso que esperábamos. Tan sólo dos temas que dejaban en total una duración insuficiente. Eso si, la elección muy adecuada, pese a cerrar con una canción nueva. Primero «Evil Man», la más carismática de su segundo disco, que por cierto comenzaron al ritmo del «oee.. oeeoeeoeee…» del público que tanto gustó a Cormac que se sumó al futbolero cántico. Y lo remataron con «Waste Your Tears», con esos brillantes riffs y esos coros que en conjunto conforman una masa melódica que nos llegan a recordar hasta a unos Journey.
Lo que decíamos, nada nuevo bajo el sol, con su nuevo disco sigue todo igual, si acaso un poco más virado hacia el heavy, desde esa base setentera. Pero su directo también sigue igual de bien y les demuestra como compositores e intérpretes en plena forma. En su anterior visita nos quejábamos de que a la banda le faltaban temas realmente memorables y esta vez ya no tuvimos esa sensación. Por tanto, ahora ya si, si a alguien hay que confiar el revival de este tipo de sonidos 70s, que sea a The Answer.