Clausura del BizBak Indie Fest por este año con tres figuras femeninas, suponemos que no siendo casualidad sino clara alusión al día internacional en que caía la fecha. El (bienvenido) problema de los llenos este año llegaba en esta jornada al punto de que la organización tuvo que registrar la entrada, poner sellos y toda la parafernalia, formándose colas de gente que llegó tarde, esperando a que otros desalojaran para poder acceder. Así que no sabemos si la iniciativa se repetirá en 2014, pero falta de por éxito no será.
Aries fue la encargada de abrir la tarde-noche. La bilbaina pero de alma, residencia y notable acento gallego propone en directo algo muy diferente a lo registrado en «La Magia Bruta», aunque con las mismas canciones. En el escenario perdió todo ese aire acústico ya que lejos de presentarse con una guitarra lo hizo detrás de su mesa de cachivaches con los que recrear potentes ritmos entre lo maquinal y lo tropical. Una propuesta muy en la onda de unos Animal Collective y Panda Bear, aunque me atrevería a decir que más concreta y directa, puesto que tras la experimentación sonora y psicodélica laten canciones de corazón pop muy sólidas, incluso cuando filtra su dulce voz para ajustarse con diversos efectos a este plano psicodélico. Muy interesante recreación en vivo que nos gustaría disfrutar en una sala más reducida.
Después llegaría Mursego. Ya no debería ser novedad, al menos para la gente de la zona, el gran talento de esta loca eibarresa. Entre sus habituales homenajes al western o a los clásicos de recreativas, fue desvelando alguna que otra canción nueva que sigue dando muestras de ese talento. Talento sin rubor que le lleva desde una formación clásica con el violoncello a la experimentación con capas y capas de voz, ritmos y melodías cacofónicas que a ratos hipnotizan y a otros te hacen soltar sonrisas y hasta carcajadas. En los tiempos en que sus colegas de Za! o Pony Bravo doblegan la mediocridad indie a golpe de humor y rareza, nos preguntamos cuánto queda hasta que todo el país descubra a Maite.
Finalmente llegó el turno de Anni B Sweet. Nosotros eramos de los que, como ella descubrió con sorpresa a mitad de concierto, no nos sabíamos sus canciones. La verdad es que si por algo recordará la gente su recital fue por esos ‘speeches’ tan redundantes en torno a la inseguridad de la vocalista y de sus propias capacidades para dirigirse al público o para deducir si su concierto estaba gustando. Perplejos nos quedamos nosotros, que no entendimos qué recibimiento quería a su propuesta de cantautora con tan solo una guitarra sino era el silencio absoluto del público en un patio de butacas mientras tocaba. Anécdotas aparte, la malagueña ofreció un buen concierto con esas armas sencillas pero efectivas que son su voz y sus composiciones, casi siempre en torno a oscuras historias de corte postadolescente. Un tono apesadumbrado que coronó con más devastación introduciendo una versión de «Religión» de Lori Meyers.
