Pocas veces a este cronista le mereció tanto la pena desplazarse 600 km hasta otra ciudad para presenciar un concierto, como para ver el directo de The Afghan Whigs este pasado sábado en la Sala Apolo. Y no es que uno dudase de Greg Dulli a estas alturas de la película, pero la sensación de que el regreso de los afganos sin Rick McCollum es más una extensión de los proyectos personales del líder de los de Ohio, que una vuelta del grupo en sí, se viene antojando evidente. Sin embargo, poco importó anoche esta realidad, y el anoche sexteto (e incluso septeto en algunos momentos) ofreció una autentica exhibición que ni los más optimistas podíamos preveer.
Con un set list lleno de covers, homenajes y miradas al pasado, pero en el que su último disco, «Do to the Beast», llevó la voz cantante, The Afghan Whigs sentaron cátedra sobre lo que ha sido, es, y debería seguir siendo una banda de ROCK con mayúsculas. Actitud desbordante, sonido arrollador y definido en casi todo momento, un estado de forma vocal por parte de Dulli de una categoría díficil de describir con palabras, y un escenario totalmente devorado por uno de los últimos rock star digno de otros tiempos que quedan en la actualidad.
Comenzaron como en su último álbum con «Parked Outside» y «Matamoros», y ya con su tercera bala tirarón de clásicos y nos desmontaron con la magnífica «Fountain and Fairfax». A partir de ahí el despegue fue total, y la comunicación con el público como la de las grandes noches. Poco importaba que sonasen temas nuevos («The Lottery» o «Royal Cream»), versiones (Andrew Lloyd Web, Sylvan Esso, Jeff Buckley, Fleetwood Mac o The Doors), o clásicos de la banda («Somethin’ Hot», «Step Into the Light» o «Turn On the Water»), pues Dulli y los suyos ya iban ganando por goleada.
Momentos excelsos los hubo, y el binomio «Debonair»-«Algiers» sin duda lo fue. También fueron encadenadas casi de seguido «Gentleman», «John The Baptist» y «My Enemy» para seguir elevando el nivel de la velada, de forma que cuando «Lost in the Woods» se fundía con algunos fraseos del «Getting Better» de los Beatles, la Apolo estallaba ante el poderío de un Dulli en estado de gracia.
Y para rematar unos bises cargados de épica, y una nueva lección del control escénico por parte de la banda. Con el teclado como protagonista, «Summer’s Kiss», «Teenage Wristband» (guiño a sus The Twilight Singers), y como no, la preciosa «Faded», ponían el broche a la exhibición de rock, soul y grunge que durante dos horas nos habían brindado The Afghan Whigs. Gracioso, agradecido, entonado, crecido y carismático se despedió Dulli junto a sus seis compañeros de la gira que los ha paseado por Europa durante este invierno. No sabemos bajo que nombre publicará sus próximas canciones, pero saber que en el futuro seguirá subiéndose a un escenario, será suficiente para saber que el rock auténtico seguirá latiendo al menos unos años más.