20 años nos separan de «Hecho, es Simple», aquel hito para el rap nacional de cuando el estilo daba sus primeros pasos. Aquello irrumpía en España en plena vorágine de la música alternativa, pegándose con otros estilos como el indie o el rock kalimotxero. Los putos 90, a los que Mucho Mu y los suyos se referirían mucho en su concierto en Bilbao, volvían para visitarnos con esa sensación entre la nostalgia de los buenos tiempos y lo que pudieron haber sido. Porque tras semejante debut, se podría haber esperado más de la carrera de 7 Notas 7 Colores y ahí tenemos a su artífice hoy en día reconociendo que no deberían haber cedido a las presiones para sacar sus sucesivos discos tan pronto.
Como apertura contamos con Charles «Chop» Cooper, un clásico reivindicador del rap más ligado al jazz. No en vano Cooper es un saxofonista que no duda en alternar rap con solos de su instrumento, especialmente cuando daba protagonismo vocal a sus dos coristas. Se acompañó también como no, por un DJ que despachaba bases muy orientadas al funk y al soul. Con dichos mimbres hizo bandera del buen rollo y la conexión del público con alegatos en contra de la criminalización del rap como instrumento de amor y no de violencia. En definitiva un buen calentamiento con mucha clase para el estilo más rudo y callejero de 7N7C.
Con una sala prácticamente llena 7 Notas 7 Colores se presentaban en Bilbao, ciudad que nunca ha sido la más rapera, ante un público heterogéneo, reflejo amplificado de aquel que en los 90 abrió los oídos a «Hecho, es Simple». Y es que cuando se habla del disco en su calidad de pionero, no se trata de ser lo primero que se hizo de rap estatal, ni siquiera lo primero de calidad, sino lo primero que logró involucrar a un público que aún no se había zambullido en las rimas.
Y son esos temas y algún otro posterior los que hicieron levantar a la gente. A buen seguro no fue el espectáculo visual, con un escenario desprovisto de adornos o telones. Tampoco la alineación, con tan sólo dos esbirros: MBaka, un MC que hizo un gran papel como animador y un DJ grandote cuyo papel era bastante testimonial, algo incomprensible dado que las bases se lanzaban sin ninguna floritura. Así que es poco probable que Mucho Muchacho consiguiera con este concierto enganchar nuevos creyentes para su causa. Por otro lado, no debería haber demasiados profanos entre el público. Se cargaba todo el peso a la nostalgia y el carisma del barcelonés para seguir sonando creíble recitando esas letras.
Todos los peros empequeñecen cuando abres con toda una «Buah!» y vas enlazando esos números de rap crudo y lenguaraz sobre bases narcóticas como «En El Fuego», «Puercos» o «Con esos Ojitos». Puros himnos que fueron vividos como fiestas por un público para el que Mucho era el líder inalcanzable mientras el afable y vacilón MBaka hacía de «poli bueno». Una tónica apenas rota por momentos como esa «En El Infierno» interpretada sin base como forma de reivindicar que su lírica sigue en forma.
No fue el único momento ajeno al disco homenajeado. De hecho el repaso a poco más del 50% de «Hecho, es Simple» (generalmente los temas sin colaboraciones) terminó pronto y tras un descanso, entraron en juego una tripleta de temas de «Chulería», incluida esa funky «Raperitis» grabada con Juan Solo. Y en estas bifurcaciones se vio la fidelidad del público a la carrera del MC. Sólo así se explica que cuando sonó «Aquí te Pillo Aquí Temazo» de Cookin’ Bananas, con esa base tan diametralmente opuesta al estilo del disco de los 20 años, la sala estallase de júbilo.
El mayor guiño a la actualidad del MC fue la recién editada «En el Coro», pero el final del concierto volvió a la época 7 Notas con «Nikes Nuevas», «Hacer Algo» y la fiesta final con la catárquica melodía de «Tenemos Droga», último sencillo editado bajo el nombre de la formación. Sin remedio, Mucho se fue al camerino dejando con ganas de más en una resurrección que no fue gloriosa ni escapa a la pregunta de cuánto hay aparte de una estrategia para hacer caja y avanzar hacia nuevos proyectos. Para los fieles al menos, una oportunidad para revivir, aunque sea a medias, parte de la historia musical moderna de nuestro país.