Uno de los acontecimientos musicales de la temporada, Sonic Highways es la serie documental que Dave Grohl se ha sacado de la manga para servir al mismo tiempo de soporte ideológico y publicidad de su nuevo álbum (reseña aquí). ¿Pero es Sonic Highways algo más?
Por poner en breve antecedente, Sonic Highways es una serie de 8 capítulos que narra la estancia de Foo Fighters en 8 ciudades de relevancia musical de Estados Unidos. La idea es trazar un mapa musical a través de entrevistas a invitados que han participado activamente en las escenas de esas ciudades (desde country a punk). Cada capítulo mezcla estos testimonios con la grabación de Foo Fighters de un tema en esa ciudad, más o menos inspirado musicalmente por el contexto y con letras llenas de referencias a lo visto en el capítulo.
Sonic Highways es el do de pecho final (de momento) de Dave Grohl, ese «tío majo del rock» que se sobrepuso a las asociales mala hostia del punk y negatividad del grunge con todo lo contrario. Sonrisas para todos y muchos amigos en el mundillo del show business. Así, ha colaborado con Killing Joke, con Queens of the Stone Age, con metaleros varios, con miembros de Led Zeppelin, de Fleetwood Mac, con Paul McCartney… probablemente si no ha tocado con alguien de renombre en el mundo de la música popular, es porque esa otra persona no ha querido.
Con 5 capítulos vistos, queda claro que en Sonic Highways hay pasión de fan. Dave Grohl vive la música y eso está muy bien. No es director, ni es guionista, pero es un tío espabilado y consigue suplir sus carencias con entusiasmo y dejando que la serie se vaya hilando a través de los testimonios de otros músicos. Él y sus Foo Fighters siempre están ahí, claro.
Desmontando a los salvadores del rock
Sonic Highways es un buen producto documental. Contiene información interesante y tiene el suficiente ritmo como para que su labor divulgativa funcione. Si hay algo que sobra en él son precisamente los momentos en que las historias personales de Dave Grohl amenazan con sepultar lo que importa.
Otra de las pegas que se le puede poner es que es un documental hecho desde la perspectiva de un músico, no de un periodista o de un sociólogo. Esto lleva a que las observaciones sobre la escena y su relación en el entorno, cuando no son guiadas por sus protagonistas, resultan un tanto torpes o en exceso evidentes. También da la sensación de que ha sido más una excursión de placer que un verdadero trabajo de documentación y realización. La elección de los anfitriones, el estudio en el que graban, etc. se nota a menudo que se trata más de las amistades de Grohl que de verdaderamente buscar lo más relevante de cada ciudad.
Así, a menudo se juntan pasado y presente de formas poco creíbles. Que se presente a Zac Brown o Gary Clark Jr. como exponentes actuales de lo que se cuece en sus ciudades resulta arbitrario, siendo artistas asentados. ¿Por qué no indagar en la escena underground actual en su lugar? La respuesta es fácil, las elegidas son propuestas tan correctas e inmovilistas como la de Foo Fighters. Son los autoproclamados «salvadores del rock». El punk está bien para entrevistar a Ian MacKaye, Gibby Haynes o David Yow, pero lo cierto es que si ahora mismo unos nuevos Minor Threat, Butthole Surfers o The Jesus Lizard se estuvieran gestando en algún lugar, a Dave Grohl y a la mayoría de sus fans se la soplaría. Por mucho que en el documental se enorgullezca de descubrir a Kyuss antes que nadie y este tipo de cosas que yo pensaba que con la edad se superaban.
Plataforma «Celebrities de Dave Grohl» ya.
Nuevo paradigma del rock de estadio
En Sonic Highways es más importante la forma que el fondo. La cuestión no es si Dave Grohl ha hecho un documental bueno o malo. La cuestión es que probablemente el músico haya visto claro que, para aumentar la leyenda de su banda, el apartado estrictamente musical no le iba a servir de mucho. Foo Fighters nunca han sido una banda rompedora. Son una banda agradable y muy bien rodeada, pero nunca influyente. No han hecho nada nuevo, ni distintivo y por ello su camino al olimpo del rock bien puede verse afianzado por estas actividades extramusicales de Dave Grohl. Desde luego «Sonic Highways» el disco, es un artefacto enclenque difícil de salvar sin su justificación audiovisual.
Obviando las carencias compositivas de una de las bandas de rock más grandes de nuestro tiempo, «Sonic Highways» quizá sí que es una forma inteligente de entender el marketing musical. Mientras U2 y Apple perdieron puntos de popularidad presentando los nuevos temas de Bono y los suyos de forma intrusa, Grohl ha hecho suya la filosofía del marketing de contenido. Ha creado todo un argumentario de historia del rock que nos lleva hasta su disco y nos indica que deberíamos escucharlo. El mensaje de Sonic Highways es: «Si te gustan Cheap Trick, Willie Nelson, Fugazi… ¿cómo no te va a gustar nuestro disco?». Suena un poco sucio, pero estamos hablando de rock n roll y los tiempos de Nirvana y la conciencia del grunge están muertos y enterrados.
Es más que probable que el presente y futuro cercano del rock estén marcado por inventos como «Sonic Highways». Los discos solos ya no valen, los vídeos salen a cientos cada día. Seguramente no volveremos a ver un gran disco, uno que triunfe de forma masiva, sin su estrategia viral detrás o sin algún proyecto transmedia de este tipo. Unos memes, una webserie, una app rompedora de realidad aumentada, un gran edificio empapelado… estamos hablando de lanzamientos masivos, no de cosas para fans. Tiene que verse mucho, tiene que hacer historia. Tiene que llegar a ese público que incluso diga «¿Y estos quienes son? Pues no están mal». Puede dar pena pero en el fondo, aunque la industria haya vividos momentos más ilusionantes, en el rock corporativo la música es lo de menos y siempre lo fue. Dave Grohl bien lo sabe, pues ha estado en los dos lados del espejo.