Pocas bandas que se metan en el saco del rock consiguen sorprender hoy en día, ya que sin duda repetirse en las mismas cosas con bandas de hace mas de 30 años supone un punto de aburrimiento bastante grande. Uno de esos casos raros, es The Drones, que desde la otra parte del mundo (Australia) vienen dispuestos a comerse el mundo (underground).
La banda compuesta por Gareth Liddiard a la guitarra y voz, Fiona Kitschin al bajo, Rui Pereira a la guitarra y Michael Noga a la batería nos presenta este «Wait Long By the River and the Bodies of Your Enemies Will Float By», plagado de letras bastante bien creadas por el propio Gareth y con un giro tras su primer disco hacia terrenos menos ruidistas y mucho más correcto y lleno de atmósferas.
«Shark Fin Blues» comienza con una guitarra tranquila con algún que otro arrebato rockero y con la figura de Dylan presente en torno a la voz de Gareth Liddiard, que dota de gran profundidad a la canción. Seguidamente, sin ningún tipo de miramientos, la movida «Baby2» aparece y nos muestra la otra cara del sonido de The Drones, dejando una canción alocada, visceral y divertida. El disco se torna en algo mas desgarrador y también una pizca mas tranquilo. Primero «Best You Can Believe In» se presenta como una desgarradora andadura de ambiente callejero donde Gareth con la ayuda de Fiona Kitschin a los coros, brilla con luz propia mostrándonos la oscuridad que se esconde tras el mundo de The Drones. El siguiente y largo pasaje que es «Locust» encierra un oscuro sonido donde el ruido termina ganándole el pulso a la tranquilidad inicial, en donde otros instrumentos como el violín y los teclados también se comen a los tradicionales.
La calma comienza otra vez con la sosegada «Another Rousing Chorus You Idiots!!!!» y el disco llega a su final cuando llegamos a «This Time», donde el disco alcanza su cota máxima de calidad sin duda alguna. Canción súper emotiva, llena de matices y de una melodía que Gareth (una vez mas con la ayuda de la bajista Fiona a los coros) inunda de una voz completamente entregada. La guitarra de Rui Pereira y la batería de Michael Noga que habían estado en un segundo plano, salen a la palestra con una verdadera pieza que termina dejándonos con los pelos de punta y con ganas de más..¡Esto de acabar así de bien no se nos puede hacer!
Disco muy correcto y la evolución perfecta que la banda necesitaba. Van hacia el camino que deben y desde luego, gracias a bandas así es difícilcreer que el rock vaya a morir.
