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Blanck Mass – World Eater

Blanck Mass - World Eater portada
Sacred Bones, 2017
Productor: Benjamin John Power
Banda: Benjamin John Power

Géneros: , , ,

8.2

Blanck Mass nació como el proyecto personal de Benjamin John Power para dar rienda suelta a delirios de electrónica ruidosa que no tenían cabida en los algo más concretos Fuck Buttons. Es lógico que, al tratarse de una propuesta personal, llevase su visión al extremo. Power tanteó el terreno con un muy droneante y ambiental debut, del que colaría un tema en nada menos que la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Londres. Pero con «Dumb Flesh», Power se metió en faena a crear un sonido mutante, un apareamiento sensual de ruido con ritmos bailables. Así, la impresionante «Dead Format» no tenía nada que envidiar a los estallidos con que Fuck Buttons irrumpió en el panorama alternativo como una de las propuestas más rompedoras.

De ese punto de éxtasis furioso, emerge «World Eater» para envolvernos en similares aires de banda sonora ci-fi pasada de rosca. Podemos decir que Oneohtrix Point Never o Prurient son compañeros de viaje, pero sobre todo, Power ya se ha quitado los complejos y no tiene miedo a que muchos de los momentos del disco suenen a Fuck Buttons. ¿A quién le chocaría escuchar ese ambientalismo arrollador de «The Rat» en un disco de su otra banda? Da lo mismo, siempre que se trate de conseguir tracks de impacto asegurado hilvanados en un disco que engancha tu atención. El reto está más que conseguido.

Por ejemplo, los misteriosos sintes que acompañan a los sonidos de grillos que abren el disco, tienen su eco después perforando las melodías de «Rhesus Negative», el primer gran pulso que encontramos. Nueve minutos de ametralladora rítmica y capas de ruido hasta samplear un desesperado y matizado griterío propio del black metal. La belleza, la furia y el baile. El ambient, el punk industrial y la electrónica. Los ingredientes de Blanck Mass para coger tu cerebro, elevarlo y darle vueltas sobre su eje, cual pelota de baloncesto.

Si hay algo a lo que Blanck Mass tiene menos miedo es a usar ingredientes de la música negra para adornar sus afilados surcos. Esto incluye a menudo samples vocales modulados y descontextualizados, para que el oyente se pregunte si eso es una voz o un sinte. Así, consigue darle el toque vacilón y rayante con el trap a «Please». Una sensación que repetirá en «Hive Mind», en la que también juega con esos descuadres rítmicos que harán imposible no acordarnos de la ya mítica «Surf Solar».

Y es que no por mostrar gran avance, Blanck Mass deja de autoreferenciarse constantemente. Habrá momentos que a quien siga su carrera de cerca ya le parezcan redundantes, pero lo ordena todo con gran pericia. Además, alcanza el terreno de lo magistral con «Silent treatment», una de las producciones más excitantes de los últimos tiempos donde caben ritmos dislocados, carruseles de campanillas, samples vocales y una sorprendente facilidad para hacer pasar al oyente del estado zen a tener ganas de invadir Polonia. Aunque en esto quizá tenga que ver esa ceremoniosa apertura. Un clímax tal que el posterior ejercicio, poco memorable, que va desde el noise al pop ochentero pasando por la belleza ambiental, parece justificado para disipar el conjuro.

Con las dentelladas sintéticas de «World Eater», Blanck Mass se sacude la etiqueta de proyecto paralelo y compite con sus mismos Fuck Buttons poniendo el listón alto para un posible cuarto disco de éstos.

 

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1 de enero de 2017