/Reseñas///

Baroness – Yellow & Green

Relapse, 2012
Productor: John Congleton
Banda: John Dyer Baizley, Allen Blickle, Pete Adams, Matt Maggioni

Géneros: , , ,

7.0

Caso de estudio donde los haya, Baroness fueron uno de esos grupos que consiguieron que el metal «molase» en la época de los webzines de tendencias. De modo que su debut en largo fue uno de los discos más aclamados en todo tipo de publicaciones musicales. Tal vez descubriendo todo el potencial público que les aguardaba fuera del entorno de la música más agresiva, su segundo disco, denostado por muchos que denostaran aún más su presente obra, fue un claro guiño hacia algo más mainstream sin salir del hard-rock. Más estribillos para corear, más azúcar en los riffs y ruptura en parte con lo más cerebral de las estructuras de su debut.

La evolución continúa ahora hacia el rock alternativo y el pop. Los tonos son más alegres, se pierde el drama, se gana en naturalidad y todo esto puede sorprender si esperamos un concienzudo disco doble. «Yellow» está prácticamente repleto de declaraciones de intenciones, de temas que buscan una duración más normalizada, así como un estribillo y estructura pegadizos. Casos extremos son la frenética «Sea Lungs» o los triunfales aires stoner de «Take My Bones Away».

Es un camino en el que deben pulir aristas. Será en «March to the Sea» por ejemplo donde mejor sepan combinar su bagaje con esa nueva pasión por el hit. Sorprende por su parte el riesgo tanto rítmico como el timbre vocal de «Little Things» que nos llega a recordar a los Metallica del «Load». Y en «Back Where I Belong» tenemos el momento más pop del disco, casi más apropiado de lo que veremos en su segunda parte, voces limpias (más limpias aún) e instrumentación a la par, en un conjunto que nos remite por momentos a The Police. Vamos, que se trata de un conjunto de canciones en toda regla en el que el único cliché encontrable son los instrumentales que abren cada uno de los discos.

Un enfoque más directo si, pero igualmente trabajado. En «Cocainium» por ejemplo invitan al baile para inundarlo de psicodelia. Al igual que les pasó a Mastodon o a Kylesa, parece que todos estos grupos siguen su camino, pero todos preservan la psicodelia. En el caso que nos ocupa, toma mayor fuerza en la sobrecogedora ambiental «Eula», voces cálidas, guitarras serpenteantes sobre baterías cavernosas, si existe la noción de «power-ballad» esta sin duda lo es. Antes habremos tenido esa hermosa prima de «Steel that Sleeps the Eye» que es «Twinkler» con su tono acústico de tonadilla militar.

Respecto al Green sospecho que la banda es plenamente consciente de su condición de hermano no deseado por los fans, lo que explica la ausencia de hits y el tono aún más pop. También sospechamos de alguna forma Que Baizley y compañía han estado escuchando Fang Island porque si sus riffs ya suelen ser melódicos, momentos como «Green Theme» huelen a las mismas catarsis de felicidad eléctrica que muestran los de Providence. Este momento, vinculado a la veraniega «Board Up The House» abren el disco con una tónica de pop psicodélico y guitarrero inmejorable que sin embargo se irá desinflando.

Tiene cierto sentido que al estructurar el disco en plan doble se hayan lanzado a experimentar con cosas donde caben resonancias desde John Frusciante a Lenny Kravitz. Lo último especialmente por esa voz un tanto impostada de Baizley en temas de aires funk-pop como «MTNS. (The Crown & Anchor)». El tono postgrunge con aroma sureño de «Foolsong», la psicodelia perezosa de «Collapse», el engendro de electrónica-rock orgánica de «Psalms Alive» y la instrumental paradisíaca «Stretchmarker» componen un conjunto con sus altibajos, pero muy flojo y carente de ganchos.

«The Line Between» traerá a los mismos Baroness del «Yellow» para rescatarnos con un himno de rock alternativo emparentado con los Muse de antaño. Finalmente la plácida «I forget thee, Lowcountry» reconcilia a la banda instrumentalmente con sus raíces southern en una plácida e hipnótica despedida.

En conjunto «Yellow & Green» es un disco aunque irregular, estimulante para cualquiera que crea en el avance musical. Y no me refiero a que la propuesta actual del cuarteto sea mejor que la anterior, sino que Baroness necesitaba ampliar fronteras para no convertirse en una autoparodia de prog-sludge barbudo. A veces falla el experimento, pero se abren perspectivas muy interesantes. La pena es que no hayan sabido dosificar y hacer así de este disco algo mucho más memorable.

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1 de enero de 2012