Title Fight nunca han sido una banda más, su gracia para combinar agresión y melodía despuntó desde sus primeros himnos de punk-rock adolescente. Pero con «Floral Green» pasaron definitivamente a la liga del rock alternativo, mezclando contundencia y sensibilidad en forma de canciones notabilísimas y que dibujaban un amplio espectro. Un rango que tocaba post-hardcore, punk-rock melódico, grunge y shoegaze. Esta cuarta pata es la que el combo de Kingston ha decidido explorar en un cuarto disco mucho más calmado y que busca el confort.
Estamos ante un disco difícil de encarar. Uno cuyas canciones no ofrecen grandes pegas y cuya escucha se hace de hecho, más que amena. El escollo de «Hyperview» no es sino la sensación que ofrece frente a anteriores capítulos. Ahora los tempos rápidos han perdido mucho terreno y no podemos evitar ver la producción como un enemigo en aquellos cortes que aún mantienen el ritmo. El mejor ejemplo es «Chlorine», un tema prototípico de la banda cuya aportación es, básicamente, voces apagadas y reverb. Parecido pasará en «New Vision», punk-rock muy a la Nirvana pero inexplicablemente ahogado en la misma producción atmosférica de todo el álbum.
No es que todo sea horrible en este nuevo sonido lleno de sumideros de electricidad, hastío vocal y guitarras cristalinas. Por ejemplo «Rose of Sharon», seguramente por conservar los gritos, sí que consigue entusiasmar trazando en tres minutos un muy interesante viaje de las tormentas screamo al pop indie. También «Trace Me Into You» crea un bonito efecto tormenta-calma. Y quizá sea «Hypernight» la que arroja un resultado más experimental, con ese obsesivo bajo y sus gritos en eco. La cuestión es que en la mayor parte del disco tenemos la sensación de estar escuchando el disco punk de The Pains of Being Pure at Heart o Whirr. No es que eso sea malo, es que es evidente que podría ser mejor.
«Hyperview» es pues, un ligero resbalón para una banda en la que había depositadas quizá demasiadas expectativas. El talento sigue ahí, pero esta vez han tomado la desafortunada decisión de ocultarlo en un manto de perezoso shoegaze. El resultado es más agradable que impactante y la moraleja es que aunque la evolución siempre es deseable, las bandas que vienen del punk-rock no deberían anteponer la sofisticación «indie» a la intensidad que traen de fábrica.