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Sonic Youth – Daydream Nation

Sonic Youth - Daydream Nation portada
DGC, 1988
Productor: Sonic Youth & Nick Sansano
Banda: Thurston Moore, Kim Gordon, Lee Ranaldo, Steve Shelley

Géneros: ,

9.8

La tensión se respira en las primeras notas y voces femeninas que afloran tímidamente. Se trata de Kim Gordon haciendo el particular ‘sound check’ para algo que viene. Algo grande. Thurston Moore, Lee Ranaldo y Steve Shelley la acompañan en esta intro a uno de sus trabajos más laureados y uno de sus temas insignia. Hablo de Daydream Nation y “Teen Age Riot” respectivamente, indie-rock al estilo Sonic Youth; melódico pero repleto de turbulencias, como todo el disco. La instrumentación, como fue costumbre antes y lo será después es más bien un colchón, un entretejido de guitarras, bajo y batería que forman un todo difuso y huidizo. Para cuando uno se da cuenta los seis minutos y pico han dado paso a la furia de «Silver Rocket» con reminiscencias hardcore. Un tira y afloja de tensión, rock y noise cuya fórmula muchos siguen buscando hoy día.

Aunque podría buscarse un análisis canción por canción, resultaría bastante baldío ya que Daydream Nation es el disco más unitario en una banda cuyos discos suelen ser travesías divididas en pasajes. Aquí las canciones emergen generalmente de la maraña de ruido o son introducidas por unas notas minimalistas para después estallar bien en estridencia o en melodía o en ambas cosas a la vez o sucesivamente.

En este tránsito por la dimensión de los neoyorkinos el oyente se encuentra totalmente en terreno ajeno, con frecuencia inquieto o aturdido incluso en los momentos de más puro deleite. Por nuestros oídos pasa el frenetismo ansioso en «‘Cross The Breeze», el viaje en trasbordador espacial de «Eric’s Trip», el punk-rock cantado por Ranaldo de «Hey Joni», momentos de subidas melódicas en «Total Trash» o «Candle» y como no, la sublimación del ruido en los oscuros ambientes de «Rain King», el noise-punk atonal de «Kissability» o «Providence», un interludio grabado con un walkman, artie a la par que marciano en una época en que el post-rock no estaba inventado.

Siempre que se habla de Sonic Youth se tiene la tentación de primar su influencia por encima del propio resultado de su música. El hecho de que un tema como «Teen Age Riot» hiciese una más que sorprendente aparición en las listas de ventas, desde luego que tuvo que ser inspirador para cientos de bandas. El hecho de que el cuarteto hiciera el esfuerzo, consciente o no, de refinar su sonido y lograr el equilibrio tan preciso entre el noise caótico y el rock algo más convencional sin signos de complacencia, ya hace valer el disco por si mismo.

En realidad, siempre tuvieron más de influidos que de pretendida banda seminal. El abanico de referencias que ellos mismos manejan es amplio. Desde la portada que ilustra la pintura «Kerze» (vela) del artista abstracto Gerhard Richter, hasta las letras inspiradas en ciencia ficción, tributos a Andy Warhol, Jimi Hendrix, Joni Mitchell, Dinosaur Jr. o ZZ-Top.

Daydream Nation es el símbolo de lo que para mucha gente debe ser el rock. Un viaje liberado de virtuosismos y épicas buscadas, bonito y feo, salvaje y tierno, vanguardista y trasgresor. Al escucharlo queda patente el compenetrado trabajo de banda que hay detrás y la democracia que lidera este caos, no sólo por el hecho de que el papel vocal se alterne. En definitiva, Daydream Nation es la forma artística de encarar el rock y como tal, toda una fuente de inspiración para el indie a la que ellos mismos han restado importancia con su ingente obra posterior en algunos casos a la altura.

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1 de enero de 1988