En mitad del estío, nos llega la última, siempre abrasiva y sugerente propuesta de Primal Scream. El que nos ocupa, es desde ya, para muchos, el mejor álbum de la banda británica. Curiosamente, los mismos que ensalzan Evil Heat con todas sus energías, menosprecian en cierta medida su entrega previa, Xtrmntr, principalmente por su dureza y su actitud militante. En fin, las virtudes de este álbum son muchas más de lo que pensaba tras leer varias críticas por ahí. Que si «más calmados» decían, «menos punk, más pop y más amables». No es así ni de lejos, es cierto que se han suavizado un poco, pero la rabia esta ahí, la tensión permanece, quizá con un toque hedonista más visible esta vez. Prueba de ello es que la primera intención era denominar al tema Rise como Bomb the Pentagon, título que suscitó polémicas nada más ser anunciado y decidieron cambiar para no levantar excesivas ampollas ante lo reciente del 11-S. Desde el diseño de su portada nos dejan distinguir los dos elementos claves de su propuesta, el pop 60-70 y el punk, todo pasado por el tamiz dance que ha hecho de los de Bobby Gillespie una banda pionera desde que firmarán su influyente disco de culto, Screamadelica allá por 1992.
En una primera escucha podemos ver como su sonido, sigue siendo perfectamente reconocible, pero siempre novedoso, sin llegar a aburrir ni siquiera en sus lisérgias instrumentales. Abre el disco Deep Hit of Morning Sun, un tema arriesgado, una anomalía de psicodelia ruidosa y caótica aunque secuenciada. Tras él, el hit-single que cualquier discoteca de calidad debería pinchar, definido por la banda como una continuación natural de Swastika Eyes. Aunque el parecido es indudable, en cierto modo son radicalmente distintos, pues mientras el single de su anterior disco estaba preparado en forma de dance progresivo y machacón, Miss Lucifer, es un ligero y contundente tema dance-rockero que no llega a los dos minutos y medio. Cuando aún no hemos recuperado el aliento, nos vemos inmersos en uno de sus viajes lisérgicos, Autobahn 66, el corte más extenso del álbum, más de seis minutos de retroelectrónica kraftwerkiana acompañada de repetitivos susurros y ecos. Comenzamos la evolución hacia la mitad del disco con Detroit, un tema hipnótico donde la voz de Jim Reid (Jesus & Mary Chain) nos seduce mientras se apodera de nosotros ese ritmo de sierra eléctrica.
Los más mitómanos disfrutarán de las voces de la top-model Kate Moss acompañando a Gillespie en la sensual Some Velvet Morning, una versión de Lee Hazlewood. Otro tema muy rockero y con geniales desarrollos guitarrísticos es Skull X definido por Bobby como rock´n´roll del futuro que la verdad, puede sonar tanto retro como avanzado. A Scanner Darkly funciona de forma parecida a Autobahn 66, un pasaje a los 80 y sus ritmos sintéticos. El viaje finaliza en clave casi chill-out con la espiritual Space Blues #2 que nos deja listos para dormir con los angelitos.
Total, un disco emparentado en un 60% diría yo con su entrega previa, en un 20% con su adorada obra maestra de hace ya una década, y el resto cosecha de su propia innovación y genialidad. Una banda que se ha sabido reinventar a lo largo de los años, y que quizá haya encontrado su sonido más sólido, recogiendo todos los aciertos que han ido sembrando hasta ahora. Eso es lo que muchos, sin duda, pensarán, pero mientras Primal Scream continúen en el negocio, nada será lo mismo. Aunque el house, el punk, y el pop se hayan convertido en elementos clave de su propuesta, nunca nos han dejado de sorprender, y desde luego, esta no es una excepción. Y de aquí, muchos dinosaurios de trazar puentes entre la electrónica y el rock, como Orbital o Chemical Brothers podrían sacar buenas conclusiones.