Años han pasado –parecen siglos- desde que Seattle fuera un hervidero de talento a punto de estallar. Observar lo que queda de aquello resulta, en ocasiones, desolador: muertes, rendiciones al star system y nuevos proyectos que rara vez superan a los originales. Unas circunstancias que hacen que el regreso de Mudhoney, aunque sea para sumarse a la desfasada denuncia de la Administración Bush, resulte aún más excitante.
El cuarteto perpetúa en este noveno álbum los parámetros del sorpresivo e infravalorado “Since We´ve Become Translucent” con secciones de viento que adornan los pantanosos blues de la desengañada “Where is the Future?” o la arrastrada “I Saw the Light”, aportando un toque de cínica teatralidad. El lado del swing descarado les lleva a un resultado tan memorable como “Let´s Drop In”, muy en la onda de sus queridos Stooges.
“Under a Billion Suns” contempla momentos para la densidad y la reflexión a través de sólidas composiciones de diferente cariz. Y es que los xilófonos de “Endless Yesterday”, los riffs sabathianos de “Hard-On For War” o la serpenteante psicodelia de “In Search Of” crean canciones que dignifican a la banda a día de hoy y justifican plenamente su supervivencia sin necesidad de rememorar viejos tiempos más salvajes.
Podemos hablar de un disco con ausencia de altibajos reales. Hay momentos más directos y otros más movedizos, pero si atendemos a que “Blindspots” echa el cierre con una energía envidiable y que el momento instrumental de “A Brief Celebration of Indifference” contienen un groove irresistible, la banda puede haber firmado uno de los discos más sólidos de su historia. Lástima de unas letras que pueden acercarse al cliché.